Dos importantes científicos, con distintos merecimientos pero con nuestro mismo respeto y consideración.
La arqueología como ciencia, y al fondo una guerra como tragedia humana de dimensiones y crueldades increíbles
– Perdone usted mi ignorancia pero así de pronto, la verdad es que por los apellidos no caigo…
– No me extraña… ya que así como está enunciado, son los apellidos de dos personas.
– ¿Como de dos?
Sí, verá usted, he tenido esa tentación, no lo he podido remediar. Ya le explicaré. Pero de todas maneras si le adelantara una idea sobre Numancia… ¿tampoco le trae a la memoria nada con relación a esos dos apellidos?
– Pues no. Y el caso es que precisamente, esa consideración sobre Numancia está en estos días de bastante actualidad, porque han inaugurado una Exposición en el Museo Arqueológico de Alcalá de Henares sobre este tema.
– Lo sé, efectivamente, y he ido a verla.
– Hombre y que le ha parecido. ¿Le ha gustado?
-Sí, mucho, le aseguro que es verdaderamente interesante. Y ha sido precisamente en ella, donde he tomado la decisión de traer a estas dos personalidades a esta tribuna.
– Oiga, pero que yo sepa, aquí de siempre las biografías han aparecido de una en una ¿Verdad?
– Pues la verdad es que tiene usted razón. Pero le voy a explicar lo que en esta ocasión ha ocurrido. Ha sido, precisamente al visitar la exposición a la que aludía usted antes, en Alcalá de Henares.
– Y, ¿podría explicarme el motivo?
– Naturalmente, y es doble. Por un lado, en primer lugar, me ha suscitado cierta tristeza que la Exposición esté dedicada muy ampliamente al elogio y enaltecimiento de una persona como Adolf Schulten, el arqueólogo alemán, que con sus importantes estudios, situó el conocimiento científico sobre Numancia en un plano internacional.
– ¡Claro! Schulten, es el segundo apellido que figura arriba en el título.
Efectivamente.
¿Entonces el primero Saavedra?
– Le puedo asegurar a usted que también fue una de esas personas que verdaderamente adornan los años que le tocaron vivir en este mundo
– Ya, una persona importante, parece…
– Pues sí señor, español y muy importante.
– Él fue realmente, el descubridor del emplazamiento auténtico de Numancia. Sin embargo el verdadero protagonismo, la auténtica relevancia, en una palabra toda la consideración, recae sobre la figura de Adolf Schulten, el alemán.
– ¿Y esto le parece mal?
– No, no es que me parezca mal, me parece muy bien, y lo encuentro justo y ecuánime. Pero me produce, como le digo, cierta nostalgia el hecho de que una persona como Don Eduardo Saavedra y Moragas, aunque está naturalmente, representado en la Exposición como el descubridor de la ubicación de lo que fue la Ciudad de Numancia, tenga simplemente eso, nada más que una simple y mínima muestra en ella.
– No le extrañe, la verdad es que las autoridades españolas no han sido nunca fervientes seguidores de los estudios científicos…
– Eso por un lado, y por otro, que desde luego el momento político por el que pasaba España en aquellos tiempos, finalizando el siglo XIX, no era el ideal. Nuestra Nación sufría acontecimientos penosos y lamentables de guerras en las que sentíamos perder nuestro prestigio y además de ello nuestras colonias. Y en el interior la situación del País no es que fuera mejor, con alteraciones fratricidas y sangrientas que mantenían la moral de los ciudadanos muy mermada. Pensándolo bien, hasta parece natural el desinterés, pero ello no quita para que sintamos esa pesadumbre de que los laureles del éxito los consiga, bastantes veces, un extraño en nuestro propio País.
Veamos, porque me estoy haciendo un poco de lío… ¿El que descubre las ruinas, no fue el que verdaderamente estudió luego profundamente el yacimiento de ellas?
Pues no, verá, aunque ya existían algunos estudios anteriores, como le digo, el que verdaderamente descubre el yacimiento arqueológico de las auténticas ruinas de la ciudad de Numancia, en el Cerro de Garray cercano a Soria, en las confluencias de los ríos Duero y Tera, fue Don Eduardo Saavedra y Moragas, un Ingeniero de Caminos, nacido en Tarragona en 1829 y destinado en Soria.
Entonces, ¿debería ser a él al que se le reconociera ese mérito?
Pues eso, naturalmente pienso yo. Y por el hecho, como le explicaré, de que no se trata del simple efecto casual de un aficionado sin instrucción. Don Eduardo Saavedra era un de esas personalidades a las que su paso por la Escuela de Ingenieros de Caminos además de proporcionarle el bagaje de la carrera, le despertó como a otros muchos, el ánimo humanístico y cultural. Y como consecuencia de ello ya anteriormente había realizado estudios arqueológicos, descubriendo la – Vía 27 – del Itinerario de Antonino, entre Uxama y Augustóbriga es decir entre Soria y El Burgo de Osma.
Me parece que ya le voy entendiendo, además de Ingeniero se distinguió por algunas cosas más ¿verdad?
Pues efectivamente, fue Profesor de la Escuela y cuenta en su haber con obras importantes de ingeniería como el proyecto del Faro marítimo más alto de España, en Chipiona, pero fuera de ello, llegó a ser Académico de Historia, Academia de la que llegó a ser Presidente. Por otra parte era un gran arabista, publicando varios libros sobre esta materia y llegando a ser una autoridad en ese idioma, lo que le valió ser nombrado Académico de la Lengua. No contento con ello pasados sus 35 años, cursa la carrera de Arquitectura y prosigue sus investigaciones en arqueología, compatibilizándolas con altos cargos políticos relevantes en varios ministerios.
Como suele decirse… un auténtico “fuera de serie”.
Efectivamente. Como le decía, uno de esas personas que engalanan y embellecen los tiempos en los que viven.
¡Claro! Claro, pero entonces el otro… me quiere usted decir ¿quién es?
– Es también un importante arqueólogo alemán.
-Ya, ya se nota por el apellido, pero ¿a que viene traerlo aquí? ¿Esta tribuna no es solo de personajes españoles?
– Bueno, la verdad es que en principio así es, pero de todas formas hay ya bastantes que sin ser españoles de nacimiento, están aquí aludidos por sus características personales.
– ¿Y que peculiaridad tiene este para citarlo aquí?
– Pues le reitero que un auténtico científico en el campo arqueológico, en realidad era Catedrático de Historia Antigua y eminente filólogo al que desde muy joven le fascinaron los estudios sobre temas españoles, primero efectivamente fue Numancia, luego en Cáceres donde descubrió una ciudad romana Castra Cecilia, y por último aunque en esta no le acompañó el éxito, realizó trabajos en Doñana intentando descubrir Tartesos.
– La realidad es que con los paréntesis obligados de las dos guerras mundiales pasó aquí en España estudiando y trabajando, prácticamente toda su vida. Publicó numerosas obras y fue galardonado con importantes distinciones. Alfonso XIII le otorgó la Encomienda de Alfonso XII, de Franco, recibió la Gran Cruz de Alfonso X. Terminada la Segunda Guerra Mundial, viviendo en España, específicamente en Tarragona recibe una pensión del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
– Durante toda su vida fue conocido en España como el “sabio extranjero” aunque también ha pesado sobre él una especie de afrenta de muy dudosa justificación, en el sentido de que, al mandar a Alemania para su estudio, cantidades importantes de piezas extraídas de las excavaciones, parece ser que existieron sobre él algunos agravios de expoliación.
– Existe una maravillosa Tesis Doctoral de la Doctora María Paz Gómez Gonzalo, publicada en Enero de 2016 por la Universidad de Barcelona, a la que he tenido acceso, que resume en 467 páginas absolutamente toda la historia sobre Schulten y sus circunstancias. Es un magnífico trabajo de esmerada y meticulosa investigación de una soriana, por lo que expresa en su comienzo:
La justificación nace del interés por Numancia ciudad de mi entorno natal…
– A la que por supuesto remito, si alguien desea conocer en profundidad este tema.
– Así que mi intención en este caso de manera particular, es solo nombrar los dos apuntes biográficos sobre las personalidades más destacadas en este asunto de Numancia, el de Saavedra y Schulten, quedando así, creo, más ajustado el mérito, pero en realidad, por lo que lo hago más que nada, es para tener motivo y poder hablar de los arévacos…
– ¿De quién?
– Del pueblo arévaco, ha oído usted bien, se trata de que en realidad este señor – Adolf Schulten – que era, como le digo, un prestigioso arqueólogo, estudió muy minuciosamente las ruinas de Numancia, allá por primeros años del siglo XX.
– Pero, vamos a ver, ¿entonces los arévacos, eran los que vivían en Numancia cuando llegaron los romanos?
– Pues sí. Efectivamente, eran uno de los pueblos, de origen celta que poblaban la Península antes de llegar Cartago y Roma.
– ¿Cómo uno de los pueblos, es que había más?
– Naturalmente, había muchos y dispersos por toda la Geografía de lo que entonces era conocido primero como Iberia y posteriormente después de la dominación romana como Hispania, unos de origen más celtico, ocupando los territorios hacia el Norte: Galaicos, Astures, Cántabros, otros en la parte central con características más de celtíberos, los Vacceos, Vetones, Carpetanos y Arévacos, incluso ahora, otros que pueden parecer de menor entidad, los Pelendones, y que hasta no estamos seguros de si serían estos los que en ese preciso momento de la guerra con Roma eran también los que habitaran la ciudad de Numancia. Por último en las regiones del Sur y Levante, los Turdetanos, Oretanos y Bastetanos, estos puramente íberos sin mezcla de celtas.
– Pues ya ve usted, creía yo que el asunto había sido más simple, pensaba que por el Norte, habían llegado los celtas, y que empujaban hacia el Sur a los iberos que ya estaban aquí, y en el Centro, pues eso, que iban quedando como consecuencia natural… los celtiberos.
– La verdad es que, a grandes rasgos es así, pero naturalmente mucho más complejo, puesto que había una enorme segmentación de pueblos, y como todo lo que atañe a la sociología, con mucha mayor complejidad, teniendo en cuenta que hablamos de linajes y procedencias distintas, y por supuesto características muy diferentes según las regiones y lógicamente aún no muy evolucionados. Hemos de tener en cuenta que estamos hablando todavía, aunque ya en su final, de la Edad de los Metales, son los siglos nueve, ocho y siete, antes de Cristo.
– Claro, claro, desde luego, pero es, lo que en alguna ocasión le he escuchado decir a usted, – eran nuestros abuelos –
– Efectivamente. Así es.
– ¿Y cómo es que fue un científico alemán el que estudió las ruinas de Numancia?
– Verá, la localización y el verdadero descubrimiento de las ruinas como le decía, ya se habían efectuado años atrás, puesto que el tiempo transcurrido desde los hechos que dieron lugar al mito de Numancia, en el año 133 antes de Cristo habían dado motivo a su completo olvido. Fueron realizados estos estudios de localización y verdadero descubrimiento a finales del siglo XIX, le repito por Don Eduardo Moragas y la prueba es, que fue declarado Monumento Nacional en 1882. Y precisamente, fue él mismo el que autorizó y aconsejó como Presidente de la Junta que se había constituido, a Schulten para que iniciara las investigaciones.
– Pero oiga, en realidad acláreme, por favor ¿cuál es el motivo de darle tanta importancia a eso de Numancia?
– Mire, – eso – de Numancia, como dice usted, es posiblemente uno de los mitos más trascendentes de la Historia Universal. Y no crea que le estoy exagerando. Podría ser un episodio más, con mayor o menor importancia en el desarrollo de cualquier guerra, pero por las condiciones que concurrieron en este, de defensa del enclave, tiempo, desigualdad de fuerzas, empeño, valentía, heroísmo y hasta epopeya final, puede ser considerado como verdaderamente característico y único de la Historia Universal.
– Bien es cierto que ha sido tanta su trascendencia en la historia gracias precisamente a los propios romanos, ya que fueron sus historiadores los que más ensalzaron el valor y hasta la heroicidad de los vencidos. Son Polibio, Cicerón, Plutarco, Seneca y otros los que dejaron constancia con sus escritos de aquella epopeya.
– Prácticamente durante todas las épocas se ha hablado de Numancia. Cientos de autores han escrito sobre el tema en todos los idiomas conocidos. Son numerosísimas las obras realizadas sobre aquello hechos.
Por ejemplo nuestro Cervantes dice de Numancia:
Indicio ha dado esta no vista hazaña
Del valor que los siglos venideros
Tendrán los hijos de la fuerte España
Hijos de tales padres herederos.
-Puede decirse que en todas las artes, el tema ha sido tratado como paradigma de drama colectivo de un pueblo en defensa de sus libertades. En uno de ellos, la pintura, merece destacarse un cuadro muy conocido que por su fuerza expresiva llega incluso a producir sobresalto al contemplar la escena, se encuentra en el Museo del Prado y su autor es Alejo Vera y Estaca, con el que consiguió la primera medalla de la Exposición Nacional de Bellas Artes en el año 1881
– De hecho, es tanta su trascendencia que incluso ha dejado huella en nuestro propio léxico. Ahora cuando queremos adjetivar alguna defensa como importante decimos: Numantina, y en todas las épocas y con todos los gobiernos se ha dado una importancia singular a aquellos hechos de armas, incluso se llegó hasta que en nuestra guerra civil, cuando un Regimiento del Bando Nacional llamado Numancia, en su avance hacia Madrid, tomó un pueblo que ancestralmente se llamaba “Azaña” cercano a Madrid, se le cambió el nombre, llamándose ahora – Numancia de la Sagra
– Parece, desde luego, por lo que cuanta usted, que sean tan relevantes aquellos hechos, y aunque tan lejanos en el tiempo, parece que siguen teniendo vigencia ¿verdad?
– Puede usted asegurarlo. Aunque aquellas guerras, ocurridas como consecuencia de la invasión del Imperio Romano de esta península, fueron largas y a veces sangrientas. Para nosotros ahora, quedan exclusivamente dos particularidades, que por otra parte las hacen destacables. Por un lado, aquel hito histórico de Numancia y por otro el hecho, de que el año termine el 31 de Diciembre, y que su primer día sea el 1 de Enero.
¿Cómo cómo? Quiere por favor, explicarse…
– Por supuesto. Veamos primero esta característica, casi anecdótica, de las fechas.
– Resulta que en aquellos lejanos tiempos las guerras no eran naturalmente como las de ahora. Estaban mucho más supeditadas a las condiciones climatológicas y por ello se trataban de evitar, en lo posible, los rigores tanto del invierno como del verano.
– En Roma el año comenzaba el 1 de marzo (marzo, era el mes de Marte) y se celebraban mucho los días 15 de cada mes, ya que eran conocidos estos días como los “idus” y precisamente en el de marzo se conmemoraba la muerte del Cesar.
Eran en estas fechas cuando comenzaban los preparativos de las contiendas a emprender en el año. Esto suponía que las batallas tenían efecto en momentos poco oportunos en cuanto al clima, y de ello que se adelantaran los preparativos a Enero para que diera tiempo a los nombramientos de Cónsules y en general de los mandos, así como el entrenamiento y viajes de la tropa.
Por supuesto en tiempos más modernos, quedó esta fecha de Enero como comienzo del año, al adoptarse el Calendario Cristiano.
-Muy curioso, oiga usted. Esto de las fechas, pero acláreme una duda, por favor, ¿todos los momentos de la invasión romana tuvieron el mismo grado de bravura y de crueldad como Numancia?
– Es difícil contestar a su pregunta, pero la verdad es que no está constatado que fuera así. Entienda que las invasiones, como cualquier acontecimiento sociológico tiene múltiples variantes y dependen de un mosaico de factores tanto por parte de pueblo invadido como del invasor.
– En el caso particular de Numancia, debieron concurrir causas por ambas partes contendientes que hasta es posible imaginar, teniendo en cuenta que la conquista de prácticamente toda la Península, fue un proceso de casi dos siglos de duración. Durante este tiempo efectivamente se dieron puntualmente situaciones y hasta enfrentamientos muy violentos, pero como es lógico también otros momentos de calma y negociación.
– Puede decirse, que prácticamente todos los pueblos aborígenes de una u otra manera, claudicaron ante el poder del Imperio Romano y la fuerza de sus legiones mandadas por el Cónsul Quinto Cecilio Mateo.
– Igual ocurrió con los de mayor ascendencia celta al norte, pero se le resistieron dos ciudades: Numancia y Termancia.
– Numancia sí lo había oído, pero Termancia, nunca.
– Vera, se trata de una ciudad celtíbera cuyo nombre primitivo y real es: Termes, y que durante la Edad Media, paso a denominarse Tiermes. Modernamente, por un concepto de homofonía, algunos eruditos le han puesto el nombre de Termancia, pero en realidad sus venerables ruinas se encuentran, y son muy dignas de visitar, en el actual pueblo de Montejo de Tiermes, aunque lo de Termancia me parece una verdadera frivolidad de erudición.
– Como le decía, al bueno del Cónsul aquel, Quinto Cecilio, el hecho de que se le resistieran esa dos ciudades le costó el cargo y para el siguiente año, nombraron a otro Cónsul, un tal Servilio Cepion, pero nada, otro fracaso.
– Naturalmente a los senadores romanos no les hacía ninguna gracia que en un confín del gran Imperio, dos pequeñas ciudades se resistieran a su fuerza.
– Aunque en realidad, siempre y sistemáticamente hay que buscar en todas las épocas, incluso en las actuales, el hecho de que por debajo y como origen de los acontecimientos está… – el dinero, – y la verdad es que con estas verdaderas tonterías de las dos pequeñas ciudades se corría el riesgo de que si los demás seguían el ejemplo… ¿y no pagaran…?
– Y he aquí que resultó que efectivamente, podía ser hasta cierto, puesto que otra población situada no demasiado lejos, en las inmediaciones de Calatayud, y habitada por otra tribu también celtíbera, los Bellos que en aquel tiempo se llamaba – Sekaisa -, actualmente Segeda, ciudad importante, ya que hasta emitía moneda, también se negó a tributar.
– Nada, no siga ya me imagino lo que pasó…
– Esta claro, y por otra parte era natural, ¿Venían conquistando el mundo conocido de entonces y se les resistían dos o tres pequeñas ciudades de los confines de Imperio?
¡ Pues no ¡
Al año siguiente mandaron un verdadero ejército al mando de otro Cónsul. Fulvio Nobilior.
– ¿Y este fue el que lo arrasó todo… ¿a que sí?
– Mucho sí, desde luego, pero se le resistió ya, solo y exclusivamente Numancia, que por otra parte tenía entonces casi 20.000 hombres armados.
– Me imagino la cara y el disgusto, por no decir la “mala leche” de los Senadores en Roma.
– Pues, sí. La verdad es que la cosa no pintaba nada bien. Como se suele decir, estaban de Numancia hasta las narices. Ya era mucho tiempo y una cosa así, no se podía consentir.
– ¿Y que hicieron?
– Pues ya por último y queriendo terminar de una vez por todas, mandaron… Bueno, lo que se dice una auténtica barbaridad de efectivos hasta con los célebres elefantes que eran el último grito en armas de guerra, puesto que con su envergadura y fuerza provocaban auténtico terror a los contendientes de a pie.
– Y, ¿así finalizó el asunto?
– Parece ser que, aunque entonces no la conocieran, funcionó una cosa a la que ahora llamamos Ley de Murphy, resultando que precisamente, un elefante al recibir una pedrada se enfureció de tal manera que enloquecido desbarató por completo uno de los flancos de ejército atacante romano, lo que aprovecharon los arévacos, naturalmente, para infringir un serio descalabro a los atacantes en el que murieron cerca de 5.000 romanos.
– ¡Bueno!, ¡Bueno!… La que se organizaría
– Naturalmente, ya que después se recurre el año siguiente, al que viene de ser el gran vencedor de los cartagineses, al ídolo, el mejor general romano del momento.
– Nada menos que a Publio Cornelio Escipión Emiliano.
Y este ya no se anda con pequeñeces, y lo que hace es simplemente quemar todas las cosechas de los alrededores y poner sitio a la Ciudad.
-¿Quiere decir, que la rodea con su ejército?
– Efectivamente, el plan consistía en cercar al enemigo hasta que faltos de víveres se rindieran por hambre. Para ello, mandó realizar murallas, fosos, empalizadas y nada menos que siete campamentos con sus tropas, que contaban con 60.000 soldados.
Fue más de un año, lo que duró el asedio, y en su enloquecimiento final, los supervivientes incendiaron la ciudad, y la mayoría prefirieron el suicidio a la capitulación.
– Parece ser, según cuentan las crónicas, que constituyó un verdadero y colosal espanto humano, y como le digo al conocer los hechos hasta fueron los propios romanos los que iniciaron y propagaron el auténtico mito de Numancia, que ha trascendido a través de los siglos
– Oiga, pues tenía usted razón es auténticamente terrible, no me lo imaginaba así de sangriento y brutal.
– Pues sí, fue terrible, tanto que ha quedado a través de los siglos como un referente, por un lado de encarnizamiento y por otro, de resistencia memorablemente heroica.
– Es cierto, pero claro, con tantos años se había borrado por completo, incluso hasta el emplazamiento del lugar de los hechos ¿no es así?
– Naturalmente, por completo. Por eso cuando el día 12 de Agosto del año 1905 llegaba Schulten en coche de caballos a Soria y se enfrentaba al reto de encontrar los restos de los que tanto le habían hablado, consideró que podía hacer, si los encontraba, verdadera historia.
– Tardó muy pocos días y con la simple colaboración de cinco obreros comenzaron por realizar cuatro zanjas, encontrando casi inmediatamente el verdadero tesoro que buscaban.
Sobre una base de adobes quemados y ceniza comenzó a identificar fragmentos de vasos ibéricos.
– Escribiría en su cuaderno de campo, “No puede existir ninguna duda”:
– Bajo la ciudad romana yace una ciudad más antigua.
Hemos descubierto Numancia.
– Y este fue el descubrimiento del yacimiento. Ni que decir que fue naturalmente considerado como un verdadero hallazgo y por ello se le dispensaron todos los honores al que siempre fue calificado como el “sabio extranjero”.
– Identificó los siete campamentos romanos que constituían el verdadero cerco de la ciudad, los castillos que cerraban los ríos Duero y Tera y varios tramos de la verdadera muralla que lo circunvalaba todo
– Falleció en 1960, ya muy mayor en su Alemania natal, este gran investigador, después de haber permanecido casi toda la vida en España. Algunos años antes y con motivo de asistir a un Congreso Arqueológico nos visitó, aunque su estado físico no le permitió volver, para despedirse de ella, la ciudad que descubrió.
-Oiga, ¿y ahora, se puede visitar?
– Pues claro. Y es muy interesante
– Fíjese, que como le digo Numancia sigue siendo un referente universal en cualquier tipo de defensas. Recuerde que hasta se lo escuchamos a los críticos de futbol cuando quieren expresar la realización por un equipo de una custodia extremada de su portería.
– Sí, efectivamente, ahora que lo dice, es verdad, tiene usted razón.
– Verdaderamente el episodio fue trascendental, creando un auténtico mito que se conserva universalmente y es por ello que ha sido un gran acierto montar esta Exposición en el Museo Arqueológico Provincial en Alcalá de Henares, puesto que además de hacer un verdadero repaso completo al tema de Numancia, han tenido además sus organizadores la competencia de traer una gran cantidad de piezas extraídas del yacimiento, incluso las que se encontraban en Museos alemanes. Es verdaderamente muy interesante. Y por ello hemos de agradecer a sus comisarios Enrique Baquedano y Marian Arlegui, además de su aptitud, su buen juicio y mejor hacer.
– Oiga, ¿y hay muchas piezas?
-Sí, bastantes, verá le enseño algunas en las fotografías que he realizado personalmente en la Exposición, son restos de cerámicas y de armas que se encontraron en la Ciudad y en los campamentos realizados para el sitio.
– Creo con ello haber, al menos intentado por un lado, vigorizar en algo la epopeya de Numancia, ofreciendo mis ancestrales aunque póstumos honores a aquellos valientes que supieron morir con honor en nombre de la libertad.
Por otro lado reivindicar cierta consideración también a un personaje español: Don Eduardo Saavedra y Moragas, sin menguar en absoluto la del verdadero estudioso del tema, Adolf Schulten.
A los dos los traigo, como siempre, a este íntimo y virtual rincón de vuestro mundo, para que de alguna manera sean algo más conocidos y supuestamente así, alargar sus vidas.
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