El baile flamenco.
Esta artista realiza, compendia, resume y descubre al mundo entero el arte más típicamente español.
Su nombre es Sara, como el de aquel personaje de la Biblia, madre de Isaac y esposa de Abraham.
Si, aquella, del milagro que recordábamos siempre, y que tanto nos extrañaba, cuando leíamos en los libros del colegio, que había concebido un hijo, casi con cien años.
En hebreo, Sara, significa, mujer importante, y ha de ser así, ya que es a ella, exclusivamente, de la que sabemos, que recibiera la palabra de Dios, de manera directa.
Ha de ser, sin duda, un nombre de bendiciones.
Y a ella, a nuestra Sara, a la actual, de la que queremos hablar ahora, y que tenemos aquí en nuestro mundo y que, por si acaso, conociendo las insuficiencias y, hasta las imperfecciones del ser humano moderno, sin esperar tanto como lo hizo su predecesora, también ha sido madre.
Más bendiciones.
Como ser humano, posiblemente para ella no tanto, pero seguro que para todos los demás otra, y esta, de las más importantes. Su arte.
Eso, ya no es solo una bendición, es algo más, es el deseo de Dios que al dirigirse a ella la expresa, igual que la decía aquella otra de la Biblia:
– Que los pueblos se rindan ante ti –
Es posible que a la de ahora, a la actual, igual que a la de entonces, también le pase algo semejante. De hecho, ya se está produciendo y los pueblos se están rindiendo a su arte.
En cuanto al apellido, es por el segundo, por el que artísticamente, la conocemos: Baras, como su madre, y además su profesora.
Una bendición más, ¿es ya posible?
Bien, pero vamos a mirar un poco hacia atrás:
Veamos: en estas tierras hispánicas, si nos damos cuenta, y pensando un poco, todo lo verdaderamente originario y primigenio, es históricamente, lo anterior a la dominación romana.
Admitiendo, por supuesto, que el hecho de hacernos “romanos” prácticamente, todos los habitantes del territorio peninsular, en los primeros años de la Era Cristiana, supuso desde luego, en primer lugar, modernizarnos en el más amplio sentido, y así mismo, consiguió aglutinarnos como pueblo individual y exclusivo, con los dos elementos que conjugaron nuestra identidad: lengua y religión.
Cierto es también, que bastantes otros elementos ancestrales, procedentes de aquellos pueblos originarios, anteriores a la invasión romana, se han conservado en nuestras tierras, – regionalmente, – y se observa, en la actualidad, como se dice tantas veces en geometría… – a la simple inspección de la figura –.
Posiblemente, también estarán influenciadas esas diferencias regionales, por factores propios de las dispares características del terreno, de sus producciones específicas, incluso por los climas de nuestros variados territorios, pero lo que está claro, es que repercute, importantemente, en los gustos, complacencias, alimentaciones, idiosincrasias, fiestas y, hasta en las costumbres de sus habitantes.
Pues una de estas peculiaridades regionales son, sin ninguna duda, sus músicas, y derivado de ello, las interpretaciones corporales que se realizan de ellas, es decir los bailes de las diversas regiones que componen ese maravilloso mosaico, que es nuestra España.
La cadencia armoniosa de una muñeira gallega, la sobriedad de una sardana catalana, la fogosidad de una jota aragonesa, y hasta el encanto y belleza plástica de unas sevillanas andaluzas, no dejan de ser, todas ellas, más que la reminiscencia de algo más ancestral y atávico en el ser humano, que es el remedo, y por supuesto, la imitación de un hecho, que continuadamente, en la naturaleza observamos: el cortejo nupcial.
Realmente eso es exclusivamente, el baile.
Pero tratemos de definirlo:
¿Qué es en realidad el baile?
Es la expresión corporal de un sentimiento, expresado con cadencia corporal, al compás de cualquier música.
Algunos, son más exclusivos, el ejemplo puede ser la danza clásica, en la que interviene más, y se distingue, el enfrentamiento contra la gravedad.
Sin embargo, el baile español, es una radical afirmación, con belleza y armonía, no ya exclusivamente, de una música, sino de su propia alma, que es el ritmo.
Son los gestos de un cuerpo, que con gracia, fuerza y equilibrio, que ponen voz a un testimonio.
Realmente, eso es baile.
Y gran parte en él está basado lo que denominamos nuestro tipismo y es esto a lo que venimos estando acostumbrados y que con mayor o menor encanto, y con mejor o peor fortuna artística, sería lo que podemos titular como folclore.
Y, ¿qué es, esto del folclore?
Creo, que muy sucintamente, podríamos definirlo como el intento de conservar nuestras raíces. Es posible, que nada más.
Y ese genial y fascinante empeño, en el que por supuesto, quedan reflejadas bastantes de las características emocionales de un pueblo, llevan a crear, a lo que ahora hemos querido dar el nombre de:
– Danza española -.
Que puede ser, que no consista más que en algo tan simple, sencillo y natural como:
– Recitar con el cuerpo –
Y es por ello, por lo que, a mi modo de ver, a nuestra artista, la que hoy asoma a nuestro mundo, y a la que dedicamos este “pespunte”, en nuestro rincón, íntimo y virtual, hemos de analizarla, no desde un punto de vista folclórico, sino de otra manera, con una perspectiva distinta, y además en dos campos diferentes: por un lado, su faceta de intérprete de un baile, y por otro, el de creadora de él, es decir, como “bailaora” y como coreógrafa.
Que, aunque parezcan lo mismo, son cosas muy distintas.
El coreógrafo, con mayor o menor éxito, ingenia un baile, podríamos decir hasta que lo “inventa”, es decir, quiere expresar, con diferentes movimientos de los miembros y del cuerpo del intérprete, naturalmente, acompañado de un específico ritmo, y ayudado de los elementos que le son propios, como vestimenta, calzado, ambiente, iluminación, y hasta acompañamiento, solamente un sentimiento. Nada más.
Y lo realiza en ese lenguaje no verbal, de giros, ademanes, contorsiones, aleteo de brazos, taconeo, palmas, y en general, las más diversas expresiones con los que intenta hacernos llegar, exclusivamente, esa emoción, es decir una sensación que siente personalmente en ese momento, y lo expresa, y nos lo pone de manifiesto, con ayuda de esos gestos corporales.
En el caso de nuestra artista de hoy, considero, a mi modo de ver, que el encanto artístico de coreógrafa y el hechizo personal de intérprete, que la premian con él éxito que cosecha, se basan, con seguridad, en algunos – elementos – que trataré de analizar.
Veamos primero, los artísticos:
Demos por hecho, y no es mi deseo, ni está en mis posibilidades el juzgarlo, aunque ha de ser, un elemento necesario, la – PROMOCION ARTISTICA -. Y para no tener que entrar en él, consideraremos, como antiguamente se hacía también con los soldados, ante otro elemento importante, como era el valor, que para definirlo de manera personal, en el documento que lo acreditaba, simplemente, se les suponía.
Otro importante elemento de análisis, será el – APRENDIZAJE – de las técnicas que componen los rudimentos de ese lenguaje no verbal, al que nos referíamos anteriormente, que suponen primero conocer, después practicar, lógicamente, bajo la atenta mirada y juicio de alguien que lo domina, y después practicar, ejercitándose con entrenamiento asiduo, en los elementos necesarios para esa expresión artística.
Este, lo ha conseguido, sobradamente, nuestro personaje de hoy, ya que hasta tenía, por tener, la “maestra” en casa.
Y otro, este más intuitivo, y por tanto más propio y personal, como es conseguir -TRASMITIR – a los demás, con solo los ademanes personales aprendidos, el sentimiento de aquello íntimo y propio, cualquiera que sea: alegría, miedo, sorpresa, aceptación, rabia, desprecio, repulsa, vergüenza, o cualquier otro, de los muchos que se promueven con el baile y, que el espectador lo perciba, lo reconozca, y pueda disfrutar de ello al compartirlo.
Así por ejemplo, sin entrar profundamente en esto, la ejecución de un simple taconeo nos puede parecer, sin pensarlo, algo impersonal, pero sus disminuciones de intensidad, sus pausas y sus aceleraciones, son todo un lenguaje.
Y así mismo, una simple contorsión, armónica de los brazos puede suponer un reproche o una afirmación, incluso un contoneo del tronco, acompañado de una cierta actitud con los brazos puede significar una aceptación o incluso una repulsa.
Naturalmente existirán, muchos otros elementos artísticos que se nos escapan, y es natural.
Y ahora, veamos los que se pueden definir como elementos personales.
Posiblemente, el primero y desde luego, uno de los importantes, ha de ser, una – MENTE LIMPIA – y exenta de impurezas, como la que poseen, algunos buenos deportistas, de los que, por desgracia, tenemos tan pocos ejemplares, es decir, sin vanidades, engreimientos, ni pedanterías, a las que estamos tan acostumbrados.
Y este elemento, o mucho me equivoco, o lo posee nuestra protagonista, y hasta generosamente.
El segundo, también semejante a los buenos deportistas, ha de ser una excelente – FORMA FISICA – que no hay ninguna duda, que tiene que ser la consecuencia del trabajo, y entrenamiento inteligentemente dosificado a diario, sobre la base de una buena salud.
Tampoco creo, que este elemento, falte a nuestra protagonista de hoy.
Y por último, y también coincidente con los deportistas de élite, una buena – CONCENTRACION
Qué, ¿de que se trata? ¿En que consiste, eso de la concentración?
Pues simplemente, es un ejercicio mental que pone en marcha un proceso psíquico, para centrar toda nuestra atención en el objetivo que hemos de realizar, abstrayéndonos de todos los hechos que nos rodean.
Este proceso, pone en marcha una desconocida elasticidad, adaptación y plasticidad de los músculos de todo el cuerpo, que de manera automática responden a los estímulos cerebrales acompasadamente, y con una flexibilidad y acomodo que solo se consigue después de muchas horas de trabajo y por supuesto, manteniendo esa concentración mental.
Pero cuidado, parece sencillo expresado así, aunque en realidad, tiene sus complicaciones.
Cualquier tonto puede alcanzar en un momento la concentración suficiente para una actividad momentánea, pero ahora, estamos refiriéndonos a mantener un estado de concentración durante un tiempo muy determinado y largo, como en este caso pueda ser la duración de un espectáculo; y esto, en verdad, es verdaderamente difícil, y requiere una fuerza mental que solo se consigue con el trabajo de muchos años de entrenamiento bien dirigido.
Posiblemente sea por todo ello, que cuando se consigue esa situación, sea como dicen todos los artistas de este género:
– Cuando mejor se baila es cuando se baila para uno mismo –
Con estos elementos, y los supuestos, vamos a entrar más profundamente a considerar su actividad artística, que está anunciada en todos sus reclamos publicitarios como:
BAILE FLAMENCO.
¿Que es verdaderamente, el flamenco?
Alguien, con argumentos irrefutables, ¿Puede definirlo?
Creo que no.
Existen hasta docenas de teorías, que con más o menos acierto, lo intentan, y además, son de todos los tintes.
Desde los supuestos orígenes zoológicos, por la similitud de movimientos de brazos con los flamencos, esas esbeltas aves de color rosado, hasta las políticas, por el parecido de sus cantos con las quejas de los jornaleros mal retribuidos, que invoca Blas Infante; incluso hay quien piensa que la palabra tiene un origen histórico, referido a la llegada a España de Carlos de Gante, para hacerse cargo del Trono, cuando en las fiestas que se organizaban en su honor, se repetía incesantemente, por donde pasaba… ¡Flamenco! ¡Flamenco!.
Ninguna de ellas parece tener la suficiente entidad para considerarlas verdaderamente admisibles.
Hay, sin embargo, dos obras literarias muy concretas, que ponen en marcha con auténtica veracidad, el origen de aquello, a lo que ahora llamamos “flamenco” y son:
Una de las mejores novelas de Cervantes, titulada: – La gitanilla – del año 1613, considerada como otra de las grandes obras del genial novelista del Quijote.
Magnífica, y considerada como una de las mejores suyas, tanto, que en el espléndido monumento que tiene el escritor en la Plaza de España en Madrid, en el que se le hace público homenaje, aparece en uno de sus laterales precisamente una alegoría sobre esta novela.
En algunos de sus pasajes, entresacados, dice Cervantes:
Una, pues, de esta nación, gitana vieja, crió una muchacha en nombre de nieta suya, a quien puso de nombre Preciosa.
Salio la tal preciosa la más única bailadora que se hallaba en todo el gitanismo y la más hermosa y discreta que pudiera hallarse, no entre los gitanos, sino entre cuantas hermosas y discretas pudiera pregonar la fama.
Y, con todo esto, era desenvuelta, pero no de modo que descubriese algún genero de deshonestidad.
Salió Preciosa rica de villancicos, coplas, seguidillas y zarabandas, y de otros versos, especialmente de romances, que los cantaba y bailaba con especial donaire.
La otra obra literaria, algo menos conocida, es las – Cartas Marruecas -, de un autor gaditano José Cadalso, militar de profesión, que en esta obra de 1796, analiza las costumbres españolas del momento. Haciendo importante mención a como, sobre todo en Andalucía, los gitanos cantan y bailan composiciones musicales muy características.
En el propio Diccionario de la Real Academia, está vinculada la palabra flamenco a la etnia gitana, aunque se conoce que ya existían determinadas formas de cante a la llegada de los gitanos sobre el siglo XV.
Es decir, que está perfectamente documentado que la forma artística conocida como cante y baile flamenco, que en la actualidad, está desde el año 2.010, reconocido como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, tienen su origen en esa etnia, ya que fueron ellos, los que la han mantenido viva con su dedicación.
Ahora bien, hemos de tener en cuenta, de que aunque efectivamente, sus cultivadores primeros lo fueran, también ha de comprenderse que precisamente a su verdadera pureza se llega, aunque parezca una paradoja, por las influencias, árabes, primero, o más exactamente norte africanas, judías y después, hasta indias.
Es decir, que no existen dudas, sobre que la verdadera pureza del arte flamenco viene precisamente dada por sus mestizajes, ya que ha adquirido elementos que no poseen ninguno de los otros folclores.
A esta conclusión llegó uno de los estudiosos más importantes del tema como era: Demófilo, curiosamente, el padre de los célebres y universalmente conocidos poetas: Hermanos Machado. Que nos documenta con sus estudios como, los andaluces, en general llamaban “cale” que en su idioma significa oscuro o negro, a los gitanos, y en contrapartida los propios gitanos, a los andaluces, naturalmente más rubios, los llamaban “gachos”.
Posiblemente, sea hasta posible, que flamenco, signifique exclusivamente un concepto abstracto de entender la vida.
Y hasta es posible que nuestra artista de hoy, haya conseguido su éxito, conservando el verdadero espíritu de lo flamenco, con sus innatas y verdaderas esencias de alegría, bondad, rigor, entrega y complacencia, apartándole, naturalmente, algunas vulgaridades que lo hacían más grosero, llevándolo de esta manera a conseguir su verdadera universalización.
Y ¿Por qué en Andalucía?
Tal vez, ya que desde un punto de vista geoestratégico en el extremo sur de Europa y separada de África solo por el Mediterráneo con una extensión de casi 90.000 Kilómetros cuadrados, más sin duda que muchos países de Europa, fueron, durante siglos territorios que cautivaron a muchas civilizaciones. Y posiblemente también, porque su clima hace más confortable la vida, pero sin duda, además, por el talante abierto, alegre, optimista, generoso, y festivo de sus habitantes.
En esencia, el baile flamenco, no es más que es la interpretación de los “cantes” y sus “toques”
Y, ¿Cuáles son?
Se llaman “palos” a cada una de las variedades del cante.
Y en general, y para distinguirlos, son tres grandes grupos:
El Romance, las Seguidillas, o Tonadas y el Fandango.
Dividiéndose luego todas, en una serie de variantes regionales y locales muy definidas.
Posiblemente ahora, alguien tendrá la tentación de preguntar ¿y cómo se bailan?
Esta es la primera función de la coreografía, concebir con movimientos lo que expresa el cante que se ha de interpretar, primero creando un ambiente, con vestuario, acompañamiento sonoro y musical, iluminación, velocidades y pausas, y con todo ello tratar de conseguir:
ALEGRIA y BULLICIO en las bulerías; TRISTEZA en los martinetes, generalmente acompañados de sonidos metálicos, como de fragua; SOLEMNIDAD en los tangos y tanguillos; FUERZA FÍSICA en las farrucas, baile este, más de hombre, y que frecuentemente la mujer, baila con pantalones; RUIDO Y ALBOROTO en los fandangos; DESENGAÑO en la “solea”, SUFRIMIENTO, DOLOR y hasta TRAGEDIA en las seguidiyas y tantos otros…
Y por supuesto, reproducidos los movimientos generales de la interpretación, viene de inmediato la ejecución, y esta por lógica, trae plasmada la personalidad del ejecutante que es, podemos aseverar, su propia y personal manera de, “decirlo” naturalmente, con todos y, cada uno de los elementos que hemos analizado.
Pero queda uno, también personal, intransferible y de muy difícil, por no decir imposible, aprendizaje, y definición.
Tiene muchos nombres, como todo aquello que no se puede identificar con facilidad, se llama: duende, alma, carisma, y que el propio diccionario define como “un encanto misterioso e inefable”.
Se puede leer en Internet, que aun siendo uno de nuestros mejores poetas y de los más imaginativos, el propio Federíco García Lorca, recurre a una expresión de Goethe para definírlo:
– Poder misterioso que todos sienten y que ningún filósofo explica –
Técnicamente, ahora con nuestro moderno empeño de analizarlo todo, se realizan estudios por expertos de la Universidad de Cádiz, y el Profesor Don José Luis González Montesinos realiza trabajos sobre filmaciones con cámaras sincronizadas de una secuencia de baile flamenco de la bailadora Ángeles Pérez Román, comprendida en un conjunto de gestos técnicos característicos del baile: braceo, marcaje de pies con y sin desplazamiento, vuelta tacón, zapateado, vuelta normal y cierre.
Posteriormente las filmaciones han sido digitalizadas en el ordenador mediante un programa de análisis cinemático. Consiguiéndose un total de 4.028 fotogramas y marcados 92.644 puntos articulares con lo que se podrá con su estudio conseguir el máximo rendimiento y menor número de lesiones.
Quede con ello constancia de la importancia que se le concede a este arte.
Y no solo por nosotros, que parecería más normal.
Es en el mundo entero donde se comprenden las esencias de esta maravillosa disciplina artística y ha de ser un orgullo para cualquier español, que surjan personalidades que lo personifiquen con su talento.
Ahora, solo uno de nosotros, pero creo que en nombre de muchos otros, le expresa a nuestra protagonista de hoy su agradecimiento por ello, reflejándolo simplemente en una sola locución:
¡Bendita seas!
Y de esta manera tan simple, dejar plasmada aquí nuestra admiración hacia ella, en este íntimo y virtual rincón de nuestro mundo.
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