Baryonyx

Parece una fantasía pero es tan real como la vida misma.

Mucho antes de llegar nosotros,  efectivamente existieron sobre la faz de la tierra estos imponentes y maravillosos animales.  No hay ninguna duda.

-Antes de que me lo manifieste usted, le adelanto que tendrá toda la razón, si lo que dice es que precisamente hoy, tenemos un personaje bastante singular.

-¿Por qué?

-Por el hecho de que con seguridad, este no es semejante, en absoluto a ningún otro de los que aparecen en este apartado rincón, íntimo y virtual de  vuestro mundo.

-Oiga, pero ante todo, este “personaje” como usted lo llama ¿vivió aquí, realmente?

-Pues sí señor, aquí mismo,  lo que ocurre es que nosotros todavía no habíamos llegado.

-¡Ah!, ya entiendo, fue algún tiempo antes ¿verdad?

-Sí, bastante, así como unos ciento veinticinco millones de años antes.

¡Que barbaridad! Desde luego, cuando se ponen ustedes a dar esas cifras, en principio, y sin pensarlo parece que todo lo que va a venir después ha de ser mentira…

-No, no señor, de ninguna manera.

-En realidad, lo que ocurre es que  de estas cosas, no se conoce mucho, esta es la verdadera realidad, pero lo que se conoce, es auténtico y real como nuestra propia vida y no hay, o al menos no debiera haber en ello ninguna mentira.

-Otra cosa es que la imaginación humana,  a veces desbordante, crea situaciones, elementos y hasta criaturas imaginarias. Es lo que constituye  la fantasía, en la narrativa, en  el cine o en cualquier otro medio, de comunicación a los que en estos momentos estamos acostumbrados; pero esto es bien distinto se trata de auténtica y verdadera ciencia. Esta, no engaña jamás, su esencia precisamente, consiste en basarse para sus afirmaciones en hechos confirmados, y demostrados científicamente.

-Así que según usted, hemos de creernos sin dudarlo, que hace ciento veinte millones de años había ya criaturas en esta tierras ¿No le parece a usted demasiado tiempo?

-La verdad es que no, no me parece mucho, teniendo en cuenta que en estas disciplinas, la mente ha de estar permanentemente abierta a  descubrimientos que se suceden ahora modernamente, con cierta rapidez;  y sobre todo a cifras que pueden parecer desmesuradas, ya que no las empleamos casi nunca en nuestra vida diaria

-Sí 125 millones de años le parecen muchos, pues fíjese, lo que supone que conozcamos con certeza, que uno de los elementos más abundantes y más antiguos es un metal llamado – el circonio -; que existe en la tierra hace más de  4.600 millones de años.  Y que acaban de descubrirse en Australia por unos científicos, materiales que demuestran, sin lugar a dudas, la existencia de vida terrestre hace tres mil cuatrocientos millones de años.

-Pero mire,  lo que ocurre, y perdone que insista,  es que las cifras que se manejan cuando se habla de estas cosas, son de tales magnitudes, que lo primero que hacen pensar es que: ¿Bueno, y como están seguros los que las manejan, de que sean ciertas?

-Pues naturalmente que son ciertas, y es porque existen métodos modernos de datación que son, realmente, los verdaderos adelantos científicos. Hasta ahora las determinaciones,  sobre todo para elementos biológicos, se han venido realizando con la técnica del Carbono 14, que se ha modernizado últimamente, con técnicas de espectrometría de masas. Pero existen métodos radiométricos, por radiocarbono y otros, como la termoluminiscencia.

-¡Que barbaridad! Es asombroso, y parece según lo que dice, que hemos de creernos estas descomunales proporciones…

-Efectivamente, así es.

-Bueno, pues ahora que ya le veo convencido de que no existen ni exageraciones ni mentiras  en lo que digo, voy a presentarle a usted al personaje de hoy.

– Baryonyx.- Este es:

Y, eso ¿que es?

-Se trata de un dinosaurio terópodo, es decir de pie robusto, y de los denominados espinosaurios. Que vivió, con seguridad, en nuestras latitudes en el periodo Jurásico, aproximadamente hace 250 Millones de años, y que permaneció aquí hasta el Cretácico, cuando, como muchas otras especies de ellos se extinguió, hace unos 60 a 100 millones de años.

Oiga, ¿y era muy grande?

-Mediano, unas dos toneladas y media.

-¡Caramba! Y dice usted… mediano.

-Pues sí, los había mayores… Fíjese, que hasta ahora las huellas más grandes de los distintos animales que se conocen de estas épocas se habían descubierto en Colombia, y eran de aproximadamente un metro, y hace muy poco, precisamente también en Australia se han encontrado otras aún bastante más grandes.

-Y, ¿qué comía?

-Pues de todo, pero fundamentalmente era carnívoro. Se alimentaba sobre todo de peces grandes, que existían entonces en gran cantidad.

-Anda, pues aquí, pasaría hambre el pobre. Por qué peces lo que precisamente se dice peces, ¿aquí en La Rioja?

-No, no lo crea.  Aquí entonces había mar, y por tanto, naturalmente peces.

¿Está usted seguro?, vino sí, pero agua, y sobre todo mar. Vamos…

-Sí señor créalo usted, mar, y aquí, en la Rioja.

-¡Vaya por Dios! Otra complicación mas…

-Verá usted, está perfectamente estudiado, y es muy curioso.  

-Hace muchos años que se conocían elementos fósiles de origen marino en algunos puntos alejados del mar.

-En un trabajo del año 1997, muy interesante, de Don Leandro Sequeiros, un paleontólogo de Córdoba. Este científico nos hace ver como en Ciencia, siempre existe alguien anterior a nosotros que ha pensado, y querido profundizar en nuestro propio tema. Se trata en este caso, de un personaje muy atractivo y con verdadero encanto; es nada menos que: José Torrubia, nacido en Granada en el año 1698, hace ahora más de trescientos años.

-Era un fraile franciscano, misionero por medio mundo de entonces, pero un sagaz observador y un inseguro, pero apasionado espectador de la naturaleza.

-El primer tratado que conocemos de paleontología se lo debemos a él. Y se titula: – Aparato para la Historia Natural Española – y ya hace trescientos años, nos ofrece aproximaciones de carácter científico sobre fósiles marinos encontrados en zonas actualmente muy alejadas del mar. Sobre todo, nos acerca a la existencia de animales gigantescos en un estudio que precisamente titula: – Gigantología spagnola vendicata – publicado en 1760, pocos años antes de su muerte.

-Es decir, que sobre el hecho que tanto le llama a usted la atención, de que aquí en La Rioja, hubiera mar, está perfectamente estudiado, que al unirse las dos placas tectónicas europea y africana, se produjo tal choque que se formaron como consecuencia de él los Pirineos actuales, y fue esta circunstancia la que produjo la desaparición del mar, en lo que era costa hace muchos, muchos, millones de años.

 

-Observe, como existen multitud de fósiles de animales marinos en las actuales tierras riojanas, para convencerse.

-No, si tendrá usted razón, pero es que, ¿entienda que parece todo tan extraño?

-Pues sí, extraño pero solo por el hecho de que no pensamos en ello. Pero tan real, como nuestra propia existencia.

-¡Claro, claro! Pero oiga, volviendo nuevamente al animal ese del Baryonyx riojano, dígame, era terrestre o marítimo.

-Era terrestre naturalmente, y por otra parte no se puede decir que viviera  aquí de manera exclusiva.  Conocemos que estos animales poblaban grandísimas extensiones de lo que ahora son  las actuales Europa y África, de donde parece que fuera originario.

-Entonces, ¿este que hemos descubierto aquí, es el único o hay alguno más?

-Veamos, en primer lugar, este no es el primero que se descubrió. El primero lo fue en Inglaterra en el año 1983, y curiosamente, por un aficionado no profesional, un tal Walker, que encontró en un lugar cercano a Surrey, un condado del Sur, unas garras en un pozo de arcilla y personalmente y sin ayudas oficiales, consiguió desenterrar el fósil bastante completo, que cedió posteriormente al Museo de Historia Natural de Londres.

-En segundo lugar, no es el único. Existen restos de él en algunos pueblos más de nuestra geografía española, por ejemplo, en Salas de los Infantes, en Burgos y en Morella, Castellón, incluso fuera de nuestras fronteras existen restos en Francia, Portugal y Nigeria

-En tercer lugar, la forma en que me hace usted la pregunta, da a entender que no conoce usted bien el  verdadero carácter que preside siempre la ciencia.

-No se trata, como ahora sería natural pensar, que los científicos persigan falsos  protagonismos por el hecho de que lo encontrado por ellos, sea lo primero, lo más importante o lo mejor.

-La  – CIENCIA,-  así, con mayúsculas, es otra cosa.

-Lo naturalmente lógico y hasta puede que natural, sería pensar que observado desde un punto de vista mercantilista, estos descubrimientos cuanto más prestigiosos y de mayor repercusión sean, pues atraerán la atención de mayor número de personas. Presentados adecuadamente, concitan el registro de gran número de visitantes, con lo que los comerciantes del lugar estarán muy felices y obtendrán cuantiosos beneficios, pero el espíritu científico, no es eso.

Ya, ya… ¿pero… el caso es que…

-No, le aseguro que es únicamente, ánimo de colaboración con otros científicos que persiguen nuestros mismos fines, desentrañando hechos y circunstancias desconocidas. Nada más.

-Bueno, entonces de este, del nuestro, del descubierto aquí ¿ya lo sabemos todo?

-Mire, de verdad y ante todo, a un verdadero científico nunca le oirá usted decir que ya lo sabe todo, posiblemente solo por eso, podamos llamarlo por ese nombre.

-Pero desde luego en este caso,  parece hasta muy natural. Ya que aquí casi más que en otros campos científicos, las dudas superan de manera importante a las certezas.

-En este bonito pueblo de La Rioja,  Igea, tenemos ahora, y yo puedo asegurárselo porque he venido a verlo, y de paso, decirle que me han atendido muy bien,  algunas piezas importantes para el estudio de esta disciplina científica que es la paleontología.  Pero si quiere, compruébelo usted mismo acercándose al Centro, y le atenderá una señorita muy amable llamada Nerea Jiménez, que le dará toda clase de explicaciones y además le garantizo que saldrá encantado de las cosas tan interesantes que podrá ver allí. Como por ejemplo la explicación del gráfico tan interesante del origen de la vida; incluso como yo, puede usted adquirir un libro que han publicado, del que he tomado todas estas informaciones.

Y, es ahí donde tienen al monstruo ese ¿no?

-Sí, pero lo  primero que llama la atención  cuando te cuentan como comenzó todo,  es su factor determinante:

-La curiosidad.

– Bendito instinto natural del ser humano. –

-Fue un riojano, Don Blas Ochoa Martínez nacido en 1913, en Enciso, aquí en  La Rioja, maestro Nacional, quien se interesó por primera vez  en unas huellas impresas en el suelo, que muchos más conocían pero que en él fue más fuerte la curiosidad y por ello le llamaron más la atención.

-“Nadie me hizo caso”  Era su comentario, hasta que, en 1965 por medio de un amigo, Juez del cercano pueblo de Arnedo, sus observaciones llegaron al Instituto de Paleontología de Sabadell.  Este organismo envió un equipo de paleontólogos y las identificaron como verdaderas huellas de dinosaurios.

-La verdad sea dicha que aquí, estas cosas de ciencia, pues como que, en general, no las hacemos demasiado caso ¿sabe usted?

-Naturalmente, por desgracia es así, pero con ello comenzaron a trabajar los profesionales, realizando toda clase de informes y trabajos, hasta poner en marcha con los estudios y hallazgos realizados, lo que hoy en día es un referente mundial en el estudio de estos desconocidos animales: los dinosaurios.

-En la identificación y estudio de estas huellas que científicamente se las conocen como – Ignitas – y de las que existen posiblemente centenares en localidades riojanas, pero es aquí donde se han realizado los trabajos más completos. Estos estudios que se vienen realizando  desde 1977 bajo el auspicio de la Sociedad Científica Aranzadi de San Sebastián por los paleontólogos: – D. Luis Ignacio Viera y D. Ángel Torres,-  actuales  asesores y promotores científicos del Centro de Interpretación Paleontológica de esta localidad.

-Llegaron pronto, no solo los restos indirectos (las huellas) de estos animales,  sino los directos que naturalmente no podían ser otros que sus huesos fosilizados.

-Y nuevamente nos encontramos con la bienaventurada curiosidad.

-Tiene razón, pero no me negará que también un poco, por la disposición y el razonamiento.

-Ciertamente, también.

-El autentico embrión del Centro lo componían piezas encontradas por los escolares, de un Maestro Nacional: D. Ángel Gracia que ejerció su cometido en la localidad durante los años 70/80, y supo inculcar a sus alumnos la preocupación por la observación del terreno, aunque ya  era conocida una importante pieza ósea de la mandíbula de nuestro protagonista, con sus alveolos dentarios.

-Fue precisamente, uno de aquellos “muchachos” ahora, ya hombres, el que descubrió la más importante pieza de nuestro Baryonyx.

-Francisco Sáenz Benito, en el año 2.005, conocido en el pueblo como “Pachi”,  y  que curiosamente, era Concejal del Ayuntamiento en aquellos momentos,  fue el que encontró la pieza más importante de la anatomía del animal.

-Una pata.

-¿Cuál?, la izquierda o la derecha.

 

-Pues, espere un momento, que de tanto mirarla… pero sí, al ver la disposición de la cabeza del fémur, y que el peroné es hueso externo es efectivamente, la izquierda.

-Por supuesto las fotografías una vez conseguida la pieza,  fueron enviadas al Departamento de Paleontología de Vertebrados del Museo de Historia Natural de Londres. Tanta fue la expectación que despertó en los científicos que la propia Jefa del Departamento, la Doctora Milner, se desplazó para observarla “in situ”, confirmando que  se trataba de un resto de nuestro protagonista de hoy.

-Es auténticamente espectacular. 2,20 metros de altura.

-Se trata de  la extremidad posterior y tiene una altura superior a los dos metros, lo que nos lleva a calcular la envergadura del animal.

-Verdaderamente, imponente, colosal y grandiosa. Por tanto también su poseedor con unos ocho metros de largo y la cabeza a una altura cercana a los cuatro desde el suelo.

-¡Que barbaridad! Lo que supondría ahora, como comparación ¿el tamaño de un elefante grande?

-Pues sí, incluso mayor.  Otra foto a escoger del bicho

-Y, ¿sabemos alguna cosa más del “animalito”?

-De estos animales en general, de los Baryonix, bastantes cosas más, pero de este individuo en particular, una muy curiosa.

-¿Cuál?

-Se trata de que en el peroné, que es el hueso paralelo a la tibia en el segmento medio de la extremidad inferior, vemos que existe lo que clínicamente podría definirse como una  – pseudoartrosis hipertrófica – .

 

Qué barbaridad y ¿qué es eso?

-Pues verá: Cuando se produce la fractura de un hueso largo, como en este caso el peroné, y los dos fragmentos del hueso fracturado no quedan unidos, lo que suele ocurrir cuando la fractura se ha producido por un traumatismo externo, es que el mecanismo de unión puede ocurrir de dos maneras con hipertrofia ósea, o con atrofia.

-En este caso, es muy evidente la hipertrofia.

-En la actualidad en la clínica, este tipo de contingencias se tratan intentando estabilizar los fragmentos del hueso fracturado con inmovilización externa. Por supuesto, en ocasiones también quirúrgicamente, utilizando placas de metal  o varillas que pueden colocarse atornilladas  o incluso, en el interior de hueso.

-De cualquier forma, no me imagino al “bicho” pasándose por la consulta del traumatólogo, y desde luego menos, en un quirófano.

-La consolidación de los fragmentos se produjo claramente, con una absoluta y  deficiente inmovilidad, y de ello, que se consiguió de manera que denominamos en clínica: “en pata de elefante” es decir con un callo abundante o lo que es lo mismo,  hipertrófico.

  

-Luego entonces, lo que está claro ¿es que Baryonyx, era cojo?

-No necesariamente, estaría eso sí, bastante impedido durante algún tiempo, posiblemente unos meses, tal vez cojeando un poco pero eso no le impidió seguir con su vida habitual;  incluso, hasta pudiera ser que si la lesión se hubiera producido en un miembro superior le hubiese ocasionado algún problema mayor, ya que su forma de alimentación sabemos que eran la pesca.

-¿Como la pesca?

-Sí, verá, se trata de que al parecer eran los grandes peces, como le digo, la base de su alimentación

-Pero vamos a ver, ¿no dice usted que era terrestre?

Efectivamente terrestre, pero se le conoce una habilidad muy curiosa, le cuento:

-Recuerdo ahora, haber conocido esta singular destreza, hace muchos años en un viaje de caza en Canadá, cuando los “indios” de aquellos parajes que nos acompañaban, nos enseñaron como curiosidad, y naturalmente con prismáticos desde muy lejos, la forma de pescar salmones de los osos grizzly, que con ayuda de las potentes garras que poseen, y estando cerca de aguas poco profundas adquieren una especial habilidad, para con un rápido ademán, sacar del agua los salmones y atraparlos después.

-Y como parece ser que fueran semejantes los entornos de ambos, se puede pensar que su ancestro en el tiempo, habría de tener esas mismas características y competencias.

-Ya, ya, Que curioso oiga.

-Fíjese como será esto de cierto, que los ingleses que como le digo, son los primeros que descubrieron su existencia, lo llaman “el garras”.

-Lo que ocurre es que a mí, ese apelativo me resulta un poco feroz y sanguinario y como después de saber tantas cosas de él, le he tomado cierto aprecio, casi me gusta más, llamarlo: “manos largas”.

-Pues me parece muy bien, que lo llame usted como le dé la gana, a mí particularmente lo que me da, es miedo, nada más. Pero eso sí, me ha resultado muy interesante conocer al “animalito”.

-Agradezco que lo haya escuchado usted con interés  y además que con ello  se disipen en usted esas dudas que tenía…

-Bueno, mire la verdad es que tanto como disiparse del todo, eso ya…  Pero, si le parece bien, seguiremos hablando de ello, en otras ocasiones…

Ahora bien, lo que sí puedo asegurarle es que de este “personaje” al menos a mí, me quedan muy claras las ideas sobre eso que dice usted de recordar a los que estuvieron aquí antes que nosotros, pero este, mucho, pero que mucho antes.

-Vale, pues eso era lo que se perseguía. Gracias.

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