Germana de Foix

Una dama muy particular

Esposa de un Rey, de un Marques, de un Conde y amante de un Emperador.

-Bueno, pues muy bien,  pero,  ¿me quiere usted decir? ¿quién era esa señora?

-Fue, la esposa de un Rey español.

¿Sí…? ¿De cuál?

De Fernando el Católico

-Un momento. Espere, la mujer de Fernando el Católico, era Isabel, que me acuerdo muy bien de aquello de Isabel y Fernando, con lo de: “tanto monta»,…. Que lo dábamos entonces en el colegio…

-No, verá, es que Isabel falleció, y dejo en su testamento establecido que la heredera de Castilla fuera su hija Juana. Y entonces, Fernando se volvió a casar con esta.

Ya, ¿y de dónde era?…

-Francesa

-Pero entonces, si tenían hijos, ¿se separaba Castilla de Aragón?

-Pues, sí señor, efectivamente. Podían separarse. En  caso de que hubiera un heredero de ese segundo matrimonio, sería ya, únicamente  Rey de Aragón, pero no de Castilla.

-Pues, menudo lío… ¿y podría haber pasado?

-Dios sabe lo que hubiera ocurrido. Cualquier cosa… Se pueden conjeturar tantas posibilidades como quiera.  Sin embargo, en este caso, la biología se encargó de arreglárnoslo y, aunque no debe nadie, alegrarse del fallecimiento de persona alguna, en esta situación, la muerte de ese  recién nacido, habido del matrimonio de esta señora, con el Rey de Aragón, fue  lo que deshizo el posible embrollo.

-Así que… incluso ¿llegaron a tener un hijo?

-Sí, pero falleció al muy poco tiempo de nacer.

-Desde luego, mira que es lioso todo esto de la Historia… ¿verdad?

-Efectivamente, pero no crea usted que tanto, en el fondo de todas estas situaciones de política, siempre se encuentra lo mismo: solo y exclusivamente – egoísmos personales.-

-Entonces, ¿igual que ocurre ahora?

-Igual, absolutamente igual, en todos los tiempos, en cualquier latitud, y en todas las situaciones.

-No hay nada nuevo. Son distintas las personas, pero los comportamientos, exactamente los mismos.

Pensaba yo que ahora la cosa habría cambiado algo, ¿no se?… parece que actualmente, como se explica todo de otra manera…

-No señor, desgraciadamente, igual, hemos ganado, solo, eso sí, en que no es tanta la autoridad de los obispos; pero por lo demás, igual. Por no decir que casi peor.

-O es, que considera usted, que existen grandes diferencias entre, los llamados ahora,  – Excelentísimos Señores –   Urcullu,  o  Puigdemont, o incluso el Señor Pedro Sánchez, y tantos otros, con aquellos, como el Duque de Béjar, el Marques de Villena, los Condes de Buendía o el Arzobispo Carrillo, en tiempos de los Reyes Católicos.

-Pues, no señor, son lo mismo, desafortunadamente.

-¡Hombre!, Creía yo… que…

-Iguales, en serio. Muy similares, y movidos exclusivamente por lo mismo.

-Solo, y de manera inequívoca, por una sola cosa, que es   – Egoísmo personal –

-Que, caso de que queramos expresarlo en una sola palabra, significa: – Poder –

Ya, ya, puede que tenga usted razón, efectivamente, pensándolo bien…hasta es posible que sea verdad.  Pero, oiga, volviendo a lo nuestro, esta señora es tan importante como para traerla aquí, y hablarnos de ella, y además, siendo  francesa.

-Verá usted, no es que sea, ciertamente, muy importante en la Historia de España, ni que por sus hechos, tenga merecimientos para figurar entre los personajes que yo deseo presentar en esta tribuna, intentando, como siempre, extender sus vidas, pero la traigo, por tres razones:

-La primera, tratar de esclarecer, en lo que pueda, aún de manera no directa, una de las piezas legales peor entendidas de nuestra Historia, que es, a mi modo de ver, el Testamento de Isabel La Católica.

-La segunda, el comportamiento político de un personaje, Fernando de Aragón, que tiene unos distintos, y muy dispares juicios, en cuanto a su persona.

-Y por último, en tercer lugar, dar a mis lectores conocimiento, de alguno de los  comportamientos de esta mujer, llamémosla, por ahora, y antes de conocerla más ampliamente,  – coleccionadora – de hombres.

-¡Válgame el Cielo!, el lio en el que se mete usted…

-Pues sí, efectivamente, aunque es difícil, trataré de salir de él lo más airoso posible.

-Lo primero, como siempre, habré de repetirlo una vez más, las cosas no eran entonces como ahora, ni la manera de entender las relaciones personales, ni las políticas, incluso ni las sentimentales.

-Eran otras las formas, las calificaciones y las prioridades, naturalmente.

-Pero como hemos dicho antes, algo siempre ha sido igual: los egoísmos, es decir: – el poder –

-Queden, por ahora, los detalles sobre el Testamento de Isabel, así como, los de la figura de la Reina Juana, como última representante de una dinastía real, los Trastamara, y también,  los correspondientes a su padre, que es mi intención analizarlos, precisamente, con el “pespunte” que a ella dedicaremos, por ser los que directamente condicionan y explican la aparición de nuestra protagonista en la Corte Española.

-Y es más, posiblemente sean los que más ilustren, sobre la moderna Historia de nuestro País.

-Así que, ¿esta Doña Germana llega a España a casarse con Fernando el Católico? sin más…

-Pues, sí señor, en función de unos acuerdos con su tío, el Rey de Francia. Es efectivamente, una boda por auténticos motivos políticos.

-Y desde luego que, en muchos matrimonios es cierto que se intuyen los motivos, pero en este quedan ampliamente demostrados, ya que el contrayente firmó un documento ante notario, y testigos, en este sentido.

-Sin embargo, parece que, aún así llegó a tener, esta señora  bastante relevancia…

-Pues sí, la tuvo efectivamente, pero es posible que más que en función de su propia persona, por los acontecimientos que la rodearon.

-De cualquier manera, no pienso que corresponda, pues no es  muy conocida en nuestra historia…

-Tiene usted razón, no es, un personaje muy popular.

¿No queda ahora nada de ella para rememorarla?

-La verdad es que creo que no, a no ser, una ciudad a la que se puso su nombre, en masculino: -San Germán,- en Puerto Rico. De la que en aquel tiempo era Gobernador Diego Colón, hijo del descubridor, y que efectivamente la llamó así, en homenaje a ella, la segunda esposa de Fernando el Católico

-Sin embargo, – esta buena señora, – como dice usted, – Doña Germana de Foix, – fue un personaje muy peculiar en su momento.

-Y además, tiene  un “curriculum” de lo más activo, animado, y hasta fructífero.

-Ya que muy simplificado, podríamos formularlo así: fue esposa de un Rey, de un  Marqués,  de un Conde  y, hasta la amante de un Emperador.

-Ya me dirá usted, si no es una buena carrera…

Efectivamente.

-Desde luego, bien se puede decir, que ninguna otra mujer, al menos en aquellos tiempos, fue tan hábil en España, al despertar tantos arrebatos amorosos.

-En la actualidad, ya es otra cosa…!naturalmente!

-¿Y sabe usted lo mejor?

-Pues, no.

Que la pobre, se llamaba Úrsula y, además, era un poco  coja. Pero eso sí, parece ser, que de una gran belleza física.

¡Válgame Dios! De  qué cosas se entera uno, en esto de la historia…

-Bien es verdad, y muy cierto, que es un personaje que no tiene  importancia trascendente, aunque desde luego,  la hubiera adquirido, en el caso supuesto, de no fallecer el  hijo, fruto de su matrimonio con Fernando el Católico.

-Tanto, como que como decíamos, hubiera supuesto la separación de Castilla y Aragón.

-Sin embargo, sin ocurrir esto, afortunadamente, y teniendo en cuenta que aunque, en aquella época, se negaba sistemáticamente a la mujer, cualquier actividad en la política, ella, ejerció importantes responsabilidades de gobernación, desde muy altos cargos.

-¿Es posible? Siendo además, francesa…

-Pues sí, era francesa, efectivamente, hija de  María de Orleans, hermana de Luis XII, Rey de Francia y de Juan de Foix.

-Once meses, solamente, habían pasado desde el fallecimiento de la Reina Isabel de Castilla, cuando se celebra la boda de su viudo, Fernando de Aragón, con esta muchachita, de solo 18 años.

-¿Razones? Pues, como hemos visto, quedan claras, puramente políticas.

-Cierto que leyendo algunos libros de Historia, sus autores, lo motivan al natural concupiscente de Fernando, pero afortunadamente, hay un documento que acredita lo contrario y ante él, no existe interpretación de las razones.

-Es una carta que escribe, al sinvergüenza de su yerno, Felipe, apodado el “hermoso”, marido de su hija Juana:

-Vos, hijo mío, entregado a Francia, me habéis obligado, bien a pesar mío, a contraer segundo matrimonio-

-Era, simplemente, la jugada maestra de adelantarse a pactar con Francia, con lo cual Felipe, el marido de su hija Juana, hubo de admitir la Concordia de Salamanca, en la que acataba que, no solo gobernara el padre Fernando, sino que lo hicieran los tres. Pero no fue suficiente, y ya sabemos que con la ayuda de los “nobles”, el yerno, llegó finalmente a conseguir expulsarlo de Castilla, con la concordia de Villafáfila.

-Sin ninguna duda, que con la desaparición del “hermoso” belga, los acontecimientos cambian rotundamente.

-Y el matrimonio, de Fernando con Germana vuelve, casi podríamos decir, precipitadamente, a Castilla, a requerimiento del Cardenal Cisneros que ostentaba la Regencia.

-No es que el enlace hubiera sido muy igualado en edades.  Se llevaban 36 años.     El, 53,  y 18, ella.

-Una barbaridad, ¿no le parece?

-Pues sí, verdaderamente, sobre todo, teniendo en cuenta que la expectativa de vida de entonces, no era, ni mucho menos, la de ahora. Con más de 50 años, se consideraba a una persona, un verdadero anciano.

-De cualquier forma, a los tres años de casados, como hemos visto anteriormente, Germana trae al mundo un varón, en Valladolid: Habría de ser Juan III de Aragón, heredero de dicha Corona.

-Pero murió, como sabemos, a las pocas horas de nacer.

-Vuelve a tomar en sus manos, las riendas del Estado, Fernando, para intentar de nuevo dominar a la aristocracia,  y hasta persiste en él un ánimo expansionista en África, Argel. Incluso políticamente, consigue la anexión de Navarra a Castilla.

-En efecto es, la energía y resolución de un “casi” anciano.

-Tan solo, nuestras pobres y egoístas mentes actuales, pueden ser capaces de no entender que, en estas circunstancias, un –hombre- en la extensión de esa palabra, que ahora se desprecia, no tuviera el justo requerimiento, de satisfacer a una mujer de 27 años.

-¿Quién?, a no ser el enfermizo entendimiento de algún pseudocatalán, debidamente condicionado, sobre interesados y antiguos sentimientos de tribu y, por tanto, de desunión de pueblos hermanos, o por otra parte, aquellas personas, que nunca han tenido en sangre, la normal tasa de testosterona, pueden no entenderlo.

-Por supuesto,  que el anciano hace, y toma de todo y hasta, lo que entonces se usaba como afrodisiacos, la cantárida.

-Y hasta puede ser, que le sentara mal. Pues claro…

-Bien, pero es incuestionable, que en efecto, la biología es inexorable, y unos años más tarde, pocos, fallece en el pueblo de Madrigalejo, en un viaje a Guadalupe precisamente, en la llamada casa de Santa María, de aquel lugar extremeño, que ahora de manera casual, es propiedad de Iberdrola, y es en ella donde dicta su último testamento que anula los anteriores, y que resulta ser, el verdadero y único documento en el que está corroborada,  inequívocamente, la unidad de España, y en el que mejora, y otorga  también mandas, a su actual esposa, Doña  Germana.

-En carta a su nieto, el hijo mayor del belga, Carlos de Gante,  al que reconoce como  su sucesor, le pide que se preocupe de su viuda.

-Y en realidad, bien es cierto que, como veremos, el nieto, va a obedecer amplia y puntualmente, los deseos de su  abuelo.

-Llega Carlos, a Castilla en 1517, ya proclamado Rey, sin entender una sola palabra del idioma, ni de las gentes y sus costumbres, y la única persona, con la que se entiende, en francés, es con su “abuelastra” efectivamente, ¡pero ojo¡  de 29 años.

-Es verdad, que uno de los mayores detractores, del que luego sería Emperador, el historiador Fray Prudencio de Sandoval dice, sobre este asunto, y posiblemente no le falte razón, qué ella, joven, pero con la suficiente experiencia en los trajines de la sexualidad, lo que posiblemente consiguiera, fuera simplemente, calmar los impetuosos y efusivos ardores juveniles del heredero, que en tantas y tantas generaciones, anteriores y posteriores, se han apaciguado contra el estúpido y frío muro de la masturbación

-Sea como fuere, lo cierto es que hemos de admitir que no era, desde luego, una desconsolada viuda. Y también, que sabía mover, maravillosamente y con habilidad, todos los hilos incluso los políticos.

-Cediendo, algunos derechos que la correspondían en Navarra, y otros en Sicilia, que habían pertenecido a la Corona de Aragón, consigue, en justa reciprocidad, recibir de Carlos, las villas de Olmedo y Madrigal.

-No parece que puedan  tenerse muchas dudas, en cuanto a las relaciones personales, que pronto se establecieron entre ambos, y que desde luego, no debieron ser exclusivamente protocolarias.

-Tanto, ha de ser así, que para más comodidad, hasta se mandó construir un pasadizo colgante de madera, entre el palacio de él, y la casa de ella.

-Y efectivamente, estas cosas como siempre, y entonces más, sin anovulatorios,  suelen terminar en lo mismo.

-Fue una niña.

-Por otra parte, los desafueros, expoliaciones, abusos, desmanes, favoritismos, atropellos, tropelías, y todo tipo de arbitrariedades que nos llegaban, desde lo que entonces se llamaba – Flandes – con los borgoñones, a los que luego hemos seguido denominando, Augsburgo, o simplemente Austrias, se entendían mal en Castilla, pero sin duda, lo peor de todo era el escándalo.

-¡Qué le vamos a  hacer, hemos sido siempre así!

-Pues, tiene usted razón, desde luego,  ¿Y por qué será?

-La verdad es, que no lo sé. Pero le aseguro una cosa, era entonces, y sigue siendo ahora.

¿Qué me dice?

-Vea, vea usted, por ejemplo, en Tele 5, la cantidad de idiotas que se rasgan las vestiduras solo, porque a Bárbara Rey, o a Corina se les haya terminado el dinero, y ahora necesite más…

¿Considera usted que a muchos?

-Muchos no, ¡muchísimos!

-Y deben ser hombres todos, puesto que desde un punto de vista femenino, ahora eso se ha resuelto mucho:

-¡Pobrecita, naturalmente, es que en ese momento, estaría muy enamorada de él…!-

-Pues entonces, igual:

-¡Sin duda!  Había que casarla, y cuanto antes, por que la cosa viene ya, de hacía varios años…

-La ocasión aparece, que ni pintada.

-Con motivo de acompañar a Carlos en su viaje a Zaragoza, donde convoca Cortes, naturalmente para pedir dinero, como siempre, la presentan al que va a ser su marido.

Posiblemente, este asunto de los «cuernos» pudiera no tener el mismo trato, ni las mismas características que actualmente, incluso no verse de la misma forma, pero curiosamente hemos de entender que han sido, asiduos y ancestrales acompañantes del ser humano.

-Habría de ser algo, aproximadamente, así:

Mira Germana, este señor tan alto y tan rubio, alemán él,  va a ser tu marido, y además es Marqués…

-Pero Carlos, ¿es que yo…?

-Nada, nada, que es un buen amigo y, encima, hermano de uno de los electores alemanes que me tiene que votar, en el asunto este, del Imperio…

-Bien, bien.

-Señor Marques de Brandemburgo, esta recatada y honesta dama, tan bella, es la desconsolada viuda de mi abuelo, y os la ofrezco como esposa, pudorosa y servicial, virtuosa y prudente, integra y decente.

-Gracias Majestad.

-Y, además, para que quedéis contentos los dos, os nombro a vos: Capitán General del Reino de Valencia,  y a ella, Virreina

Inclino mi cabeza, con el peso…

¿De qué?

De la responsabilidad, majestad, solo de eso…

¡ Ah, bueno !

Y, como dicen en los cuentos, fueron felices… y se fueron a Valencia.

De momento, a tratar de calmar una sublevación declarada en aquel Reino.dicen

Eran, las llamadas Germanías.

-Muy conocidas, en verdad, al igual que aquí en Castilla, la Guerra de las Comunidades. Aproximadamente en las mismas fechas; de diferentes fondos, eso sí, ya que en Castilla los alzamientos eran contra el poder imperial, y sus abusos,  sin embargo, las germanías, habían surgido como consecuencia de las protestas de los gremios. Agermanados, es decir, unidos en contra de la aristocracia; también abusos, como siempre, pero en este caso  con el agravante de que los sublevados, además de estar unidos, estaban  armados. Ya que habían de defenderse de las incursiones berberiscas, y también que en un momento puntual, y como consecuencia de un brote de peste, la nobleza, había abandonado la ciudad.

-Son unánimes, prácticamente todos  los historiadores, en relatarnos que el matrimonio se empleó a fondo en sofocar la sublevación. Parece ser que faltaba soga, para ahorcar a tanta gente; incluso, cuentan que hubieron de reforzarse, haciéndolas de piedra, hasta las horcas que eran de madera.

-En 1525, se muere el Marqués, es decir, seis años de matrimonio, parece ser que poco felices, ya que aunque los cronistas, ¡los muy cotillas!…

-Dicen, que el alemán, aunque era un desmesurado amante, tenía sin embargo, mal carácter, y no la trataba bien.

-Si es que, ya se sabe, estos rudos “alemanotes” son todos iguales, tan poco románticos…

-Y el caso es que, de hacer aprecio a los cronistas, fijémonos de que manera más cursi, relatan los acontecimientos del fallecimiento del Marqués:

… y con el quebranto y cansancio que había llegado, no se había abstenido de llegar a la Reina con la moderación que convenía, antes se había habido muy destempladamente con el vicio de la carne.

-Y esto, nos lo cuenta un tal, Andrés Santa Cruz, que además de cronista, y por tanto, hemos de considerar enterado,  era cosmógrafo del Rey, lo cual parece, que le concede una cierta seriedad.

Desde luego, esta buena señora, era  un verdadero  – buen ejemplar – ¿verdad?

-Pues, efectivamente, pero no terminan en eso los acontecimientos.

-¿Hay más?

-Sí, quedaba otro.

-Ya que ocurría que el asunto del escándalo, ahora ya, de la viuda, con el que era Emperador, al que acompañó a Aquisgrán en su Coronación y, parece ser, que a muchos más sitios; incluso, está documentado un encuentro en una posada de Illescas, en la celebración de una boda, pues con ello, naturalmente, hacían  aparecer nuevamente las murmuraciones.

-Esta vez ya, pudo ser así:

-Mira guapa, te tengo que casar otra vez…

– Si no hay más remedio…

– Es que esto, no puede seguir así…

-Y esta vez, ¿con quién?

-Un antiguo conocido, muy formal y, además muy ilustrado. Ya verás…

-Y hazme el favor, de no seguir engordando.

– ¡Mira!, Aquí está…

– Es, el Duque de Calabria. Fernando de Aragón.

– Vaya,  qué casualidad, como el primer difunto

-Aquí le presento, Señor Duque, a la viuda de… bueno de… varios,  es mujer pudorosa y discreta, reflexiva y hacendosa, moderada, educada y, además, os la ofrezco como esposa.

Y, para que seáis felices, seguiréis siendo Virreyes de Valencia.

Gracias Majestad, inclino…

No, no, por favor, no inclinéis nada, que parece que en estas cosas, es peor.

Pues esta vez, en verdad, parece que fueron felices y… nuevamente, se fueron a Valencia.

-Pero oiga, ¿quién era este otro marido?

-Pues, curiosamente, un antiguo conocido.

-Un príncipe, pobre, eso sí, pero, Príncipe de Tarento; hijo del Rey de Nápoles, Federico II,  que había sido hecho prisionero por El Gran Capitán, Gonzalo Fernández de Córdoba, en las campañas italianas, desterrándolo a España.

-Había estado preso en la ciudad de Játiva, por participar junto a los franceses en la ocupación de Navarra, pero había sido amnistiado de ello, aunque carecía de cualquier tipo de recurso económico.

-Reconozcamos que, esta vez, pudieran ser los alicientes económicos, los que obligaran a inclinar la cabeza, con cualquier tipo de peso, al elegido, dado que los emolumentos, eran cuantiosos.

-Desde luego, bien es verdad, que  no exentos de algún sacrificio. Ya que, a estas alturas, el comentario expresado, en este caso, por el cuerpo diplomático era: El Duque de Calabria vive en Valencia….

– Cerca, de la mole de carne de la Reina Germana.-

-Reconozcamos eso sí, que era hombre culto y amante de las artes, ya que  parece ser, que concluidos los disturbios y alborotos de los agermanados con el indulto que concedió el Rey, y que comunicó la Virreina a los entonces  llamados  – perayres –,  que por este nombre se conocía a los trabajadores de la lana y, por extensión, a otros oficios, comenzó un tiempo feliz, – ya era hora,- ¡por fin….!  del matrimonio, residiendo en el Palacio Real de la ciudad.

-Desde luego, no pareció nunca nuestra distinguida dama, muy mesurada  ni comedida en sus placeres, en ninguno de ellos; pero sin duda, en el que menos, en el de la abstinencia.

-También podía ser, que nuestra protagonista, ya con casi los cuarenta,  engordaba de manera anormal, cosa que siguió haciendo hasta su fallecimiento, a los 49, posiblemente por algún desarreglo metabólico entonces desconocido.

-Hay casos en la Historia, de similares trastornos, uno de ellos, más reciente, el de -Bárbara de Braganza- esposa de Fernando VI.

-Aun así, en estos sus últimos años, la Corte de Valencia se convirtió con su protagonismo en un importante centro cultural renacentista, fundamentado, primariamente, en las artes literarias y musicales, promocionando figuras que han trascendido a su tiempo, como Juan Fernández de Heredia, del que se conservan obras significativas, una de ellas, la titulada:  La Visita.

-O también, el escritor, músico, compositor y vihuelista: Luis Milán, del que nos han quedado obras notables como El Libro de los Motes o El Cortesano

-Era, efectivamente, o puede ser, que ellos la convirtieran en una verdadera corte renacentista.

-En ella, se daban las más lujosas fiestas, banquetes, cacerías y toda serie de eventos lúdicos.

-Una auténtica corte, al estilo italiano, en la que sabemos del mecenazgo y protección de todo tipo de artistas, preferentemente músicos.

-Y es en este ambiente, culto y festivo donde termina sus días, Germana de Foix, rodeada de opulencia y lujo con 49 años.

-Y,  por cierto, una pregunta ¿donde falleció? y  ¿donde está enterrada?

-Murió  en Liria, y su voluntad, expresada en el testamento, era ser inhumada en un Convento de Jerónimos, la Orden religiosa más respetada en aquel tiempo, entre otros, por el propio Emperador.

-Pero, ocurría que precisamente, los Jerónimos no tenían en aquel momento edificio religioso alguno para ello. Y su marido, el Duque, lo hizo provisionalmente en el Convento de Santa María de Jesús, que actualmente, es la Parroquia de ese nombre en Valencia, en tanto no finalizaran las obras del que, más tarde, sería el Monasterio de San Miguel de los Reyes.

-“El Escorial” valenciano, lo llaman, y allí, no precisamente en el Altar Mayor, donde se encuentran los cenotafios, sino en el suelo, descansan los restos mortales de ella, y de su marido el Duque, que mandó construir dicho edificio.

-Pues se trata de una interesante historia…

-Sí, y de una interesante mujer, con una condición que la enaltece:

-Su discreción.

-Y eso,  ¿Por qué?

-Por el hecho de que no es, hasta después de su fallecimiento, cuando se conoce por su testamento, la existencia de una hija, que ha tenido con el Emperador. Y otorga para ella, la posesión de su mejor joya: un collar de perlas.

-Sí, señor, pues es un magnifico detalle…

-Lo es en efecto, aunque no quiere decir que no se supiera,  pero probablemente podría ser, dados los tiempos, del dominio de algunos, posiblemente muy pocos. Y esto condiciona que sea, por su parte, un gesto muy en su favor.

-Y de ello, aunque pueda relacionarse, nada más lejos de nuestra intención que juzgar sus comportamientos. Y solo el hecho de frivolizarlos, sea permitido, ya que no comporta al no existir,  falta de respeto alguno en ello.

Claro. Así queda mejor…

-Muchas gracias por su interés, y por su paciencia.

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