La poesía en estado puro
Dos hermanos, maravillosos poetas, a los que, la política quiere distanciar a toda costa.
Eran seis los hijos de Dña. Ana Ruiz Hernández, la madre de los hermanos Machado, a la que, por cierto, hace muy poco se la ha recordado, distinguiéndola al poner una placa conmemorativa en su honor en la casa donde nació, naturalmente, Sevilla en el barrio de Triana.
Y hasta se ha tenido la delicada elegancia de que sea de azulejo, nada más evocador de su sevillanismo, y con una frase acertadamente poética que sin duda, sería muy del gusto de sus hijos.
- Que su recuerdo perdure como el olor de hierbabuena y albahaca –
Bonito epitafio, en verdad.
Un verdadero acierto.
Podéis verlo aquí:
Pues, esta buena señora y su marido, Don Antonio Machado Álvarez, (Demofilo) eran los padres de los seis hermanos Machado, dos de ellos, bueno tres, los conocidos y célebres poetas, y hasta podríamos decir que uno, el de más renombre, Antonio, posiblemente, el más representativo de la llamada generación del 98.
En realidad, dos de ellos, el mayor, Manuel y el segundo, Antonio, son unos verdaderos y auténticos prodigios literarios, de reconocida fama internacional.
Bien es verdad, que un tercero, Francisco, cultivó también la poesía, pero sin la relevancia de sus hermanos mayores, ya que su dedicación era otra, por pertenecer como funcionario al Cuerpo de Prisiones. Otros dos, José y Joaquín, junto por último, con una mujer Cipriana, fallecida tempranamente, son todos los hermanos que compusieron la familia Machado.
-Perdone usted qué intervenga. ¿Y dice usted, que, precisamente, los dos mayores, Manuel y Antonio fueron dos portentosos poetas?
¡Claro! Naturalmente. Puede usted intervenir cuando quiera… no faltaba más…
Pues sí, en efecto, podemos considerarlos, sin ninguna duda, dos maravillosos poetas.
-Oiga, ¿y cuál era mejor?
Me pone usted en un aprieto, de verdad, es muy difícil contestar a esa pregunta.
Prácticamente, yo diría que casi imposible.
Depende, en general, de los gustos de cada persona y, también del momento, de la situación, incluso, hasta del estado de ánimo, en el que se encuentre el lector, ante sus distintas poesías.
Ya qué, fíjese bien, lo que me ha preguntado cuál era mejor, no cuál, el más conocido. Sin duda, el más conocido es Antonio.
¿Cómo? ¿Cómo?
Sí, verá, es que son distintos tipos de poetas y, por tanto, de poesía; la de Antonio es más intimista, hasta diríamos que más personal y profunda, sin embargo, la de Manuel es más descriptiva y genérica, incluso, hasta podríamos considerarla más universal.
-Pues, siendo hermanos, parece que sería normal que se parecieran más en su obra, ¿verdad?
Es que, precisamente, ellos también eran muy distintos, tenían personalidades auténticamente dispares: Manuel es el hombre atrevido, amigo de la superficialidad, muy mundano, casi aventurero y vividor; en cambio, Antonio es mucho menos bullicioso, más tímido, introvertido; con una más profunda sensibilidad poética, y más simple, incluso, hasta rustico en sus gustos.
-¡Qué curioso!, Oiga usted. ¿puede ser que tuvieran formaciones distintas y, por ello esas diferencias?
Pues, no señor, precisamente, tuvieron unas instrucciones muy similares y, prácticamente, en el mismo establecimiento. La tan conocida: Institución Libre de Enseñanza que, en sus años de funcionamiento, tantas glorias en forma de importantes personalidades liberales, ha dado a nuestro País.
Curioso, ¿los dos en el mismo sitio?
Existe, en verdad, una explicación, y viene de atrás. Verá usted:
Todo tiene comienzo con el abuelo de los muchachos que, por cierto, nacieron en un sitio tan significativo de Sevilla, como el Palacio de Dueñas, propiedad de los Duques de Alba, donde vivía alquilada la familia; era sin duda, este hombre, el abuelo, un personaje singular, y el verdadero iniciador de la saga: se llamaba: Antonio Machado Núñez; persona de ideas liberales, que tomó parte activa en la ya célebre revolución del 68, la llamada “gloriosa”, aquella que se puso en marcha, exclusivamente, para echar de España a Isabel II.
Médico de profesión, y antropólogo y geólogo de afición, que llegó a ser catedrático, y rector de la Facultad Hispalense, y que consigue en 1883, una Cátedra en Madrid y, se traslada, con toda su familia, hijos y nietos incluidos.
Podéis conocer por la foto, a personaje tan ilustre:
De ahí, que los dos muchachos, que se llevaban menos de un año de edad, estudiaran en la misma Institución, ya que el abuelo, y también el padre, Antonio Machado Álvarez, eran amigos de uno de los creadores y fundadores de la Entidad: Don Francisco Giner de los Ríos, y estaban, por tanto, muy vinculados a ella.
¡Qué curioso verdad!, Hermanos, con una instrucción tan similar, en un ambiente parecido, y tan distintos
Pues sí, efectivamente.
Y aún hay más desigualdades, y estas, todavía, incluso más sorprendentes y, hasta incomprensibles. Verá usted…
Resulta que durante muchos años, se viene especulando con ello, achacando a cada uno de los dos hermanos, una etiqueta política: a Manuel, como del bando de las “derechas” y a Antonio, de las “izquierdas”; y hasta existe gente, que llega a identificarse más, con uno u otro, exclusivamente por sus pretendidas ideas.
Es algo así, como que se les ha querido encuadrar, en las bien llamadas “Dos Españas”.
-¡Qué barbaridad!, La cosa llega en política, hasta a la poesía.
Política… Maldita palabra…
-Tiene usted razón
Y ahora, por favor, ya que ha salido el tema: si alguien de los aquí reunidos, tiene alguna mejor opción: que levante la mano, para contestar a la siguiente pregunta:
¿Existe alguna actividad humana conocida, más sucia que la política?
No, ¿verdad?
Oiga, pues es verdad, nadie levanta la mano
Y de los que la ejercen, ¿qué podemos decir?
Podríamos decir tantas cosas que casi es mejor callarlas, Cínicos, desvergonzados, hipócritas, y a veces hasta deshonestos, pero eso sí, contestan ellos inmediatamente… sí, desde luego, algunos… pero… ¡No todos!
-Efectivamente.
Existen tréboles de cuatro hojas, niños que nacen con dos cabezas y, hasta gorilas albinos.
-Es verdad. Tienen razón.
Bien es cierto, que últimamente parece que se han puesto más de manifiesto, se han puesto al descubierto del todo, y es por tanto, cuando los hemos conocido mejor; puede que, sin ellos querer, pero al vivir en un mundo, como el de ahora, con menos impedimentos y vetos, circunstancia, que tal vez hemos de agradecer, al natural asentamiento de nuestra incipiente democracia, y tal vez por ello, vemos las cosas en toda su extensión, y sobre todo, en su auténtica y verdadera dimensión.
Incluso me atrevería a más, hasta es posible, que pueda identificarse con cualquiera de esos especímenes humanos, que se dedican al ejercicio de la política, también, a todos aquellos que con exaltado y ciego entusiasmo obedecen machaconamente y de manera obstinada las ideas que ellos divulgan.
Son los llamados, cuando lo escuchan: seguidores, afiliados, partidarios o simpatizantes, y cuando no escuchan, los necesaribobos, tontos útiles, y también partidiotas, es decir, simplemente: las – bases – o también votantes, que por estos distintos nombres les conocen.
En general, esta gente, que no solamente respeta, sino que reverencia ciegamente unas ideas políticas, si desde luego, no vive de ello, ha de ser primariamente poco pensante, ya que, en el poco probable caso de que pensaran, aunque fuera poco, o incluso mal, llegarían a consecuencias totalmente incompatibles con sus comportamientos.
Hasta puede ocurrir, que en su desmesurada “buena fe” entiendan que los “suyos” sean los menos malos.
Y es curioso, ha sido siempre igual, la cosa viene de antaño.
Ahora nos quejamos, naturalmente, ya que, los “cuatro del momento”, andan a la greña, pero ha sido siempre igual.
Bien es cierto que, en ahora la cosa es llamativa:
-Desde luego, lo de hoy en día, es peculiar, tiene usted razón.
¡Claro!.. Fíjese:
Primero, un presidente que ha dejado que la basura le llegue por encima de la línea de flotación; segundo, un miliciano de los de ahora, que no llevan “mono” ni cartucheras, y que estaba dispuesto a romper España, poniéndonos en manos de los nacionalistas, o lo que hiciera falta, solo, con tal de verse en la Moncloa; y que no ha sido así, gracias a varios socialistas, honrados y decentes; tercero: un muchacho comunista, bastante desaseado y grasiento, al que se ha unido, como siempre, la peor escoria de una sociedad, que lógica e irremediablemente, todas la tienen, y, cuarto y último, otro nuevo, en el que casi todos habíamos puesto esperanzas: guapito, antinacionalista, aseado, joven y con buena palabra, pero resulta que sabe poco de política que, en definitiva, es – gestionar lo posible, no lo ideal -.
-Una pena.
Bueno, pues parece que de otras formas, con distintos actores y diferentes decorados, pero siempre, la película ha sido la misma.
Antaño, igual que hogaño…
-Pero, oiga, ¿esto de los hermanos Machado será por algo? ¿Tal vez es que pensaban de distinta manera?
Pues, curiosamente, parece que, no señor.
Ni Antonio Machado era tan de izquierdas como nos lo han pintado, ni su hermano Manuel, tan de derechas.
Ahora lo conocemos.
No debían ser tantas las adscripciones políticas de ambos, ni sus vinculaciones a las ideas de los contendientes, ya que Antonio, al que tanto “pintan” de izquierdas, permaneció preso en una “checa” con los republicanos, hasta que un amigo socialista logró liberarlo; y a su vez, Manuel, no sería tan de derechas, puesto que se sabe que su nombre, figura en la lista de intelectuales que en Febrero de 1933, fundaron la Asociación de Amigos de la Unión Soviética, y por si esto fuera poco, escribió la letra del himno de la República.
-¡Anda! Pues esto es muy gordo y no lo sabía…
Eran, efectivamente, liberales los dos, republicanos, por más señas, gentes de bien, sin demasiadas adscripciones políticas, que es algo, de lo que menos, y peor, se perdona en este País.
Aquí: o estás conmigo o contra mí; bueno, eso… eres amigo o enemigo, en una palabra, te abrazo o te disparo.
No pueden existir términos medios, que romperían el equilibrio de este absoluto y desesperante desequilibrio político, que se llama, España.
¡Carajo!, (expresión de algunos de nuestros políticos)
Es que sería absurdo: que mientras nosotros dos, nos estamos dándonos garrotazos, al tiempo que nos hundimos en el barro… estaría bueno, que algún otro espabilado, se quedara solo mirando…
¡Vamos, que no!
A un lado, o a otro.
-Entonces, ¿Cómo explica usted el caso de Antonio, que tuvo que marcharse de España?
Se explica muy fácilmente, Antonio Machado pertenecía a la Logia masónica Mantuana que, por otra parte, no era nada inusual en aquellos tiempos, y el problema era, que esto se conocía, lo sabía todo el mundo, puesto que había sido publicado en los periódicos del momento.
Y él, como cualquiera de entonces, también sabía perfectamente, cuál era el erróneo, desacertado, y hasta desafortunado criterio que imperaba entre las autoridades del bando ganador.
Sin duda, él tenía que salir de España.
Pero en realidad, Antonio Machado, era un republicano, solo y exclusivamente eso, pero que nadie piense, creo yo, que comulgaría con lo que llegó después.
Efectivamente, como ahora, si el Partido Socialista pacta, o simplemente, vuelve sus ojos hacia la izquierda, aparte de desaparecer, surgirá con los más diversos nombres, otra vez el monstruo,; entonces se llamaba Frente Popular, ahora, pues, no lo sé, posiblemente, Podemos, o Rompamos o Quebremos.
Es un melón, que abrió, desdichadamente, el Señor Zapatero, de triste memoria.
Y de ello, del republicanismo de Antonio Machado, tenemos absoluta constancia en esa célebre fotografía, en la que se le ve, al lado de Don Gregorio Marañón, Don José Ortega y Gasset y Don. Ramón Pérez de Ayala, es decir, las cabezas más y, mejor amuebladas de este País, juntos, después de firmar, el célebre pacto para fundar la: Asociación al Servicio de la República.
Era así, esa es la auténtica realidad.
De la que, nuestra izquierda, no sabe, no quiere, o no puede darse cuenta; que es, en realidad, lo peor…y por ello, ahora, con el máximo respeto que merece un Partido, que ha tenido y tiene entre sus filas personas muy válidas, y que ha gobernado durante muchos años a satisfacción este País, tengamos que plantearles, a cualquiera de ellos, la pregunta, que han de comprender como normal: ¿Es usted socialista o miliciano?
En esa misma fotografía, hay quien también pertenecía a la masonería, y vivió, perfectamente en España, después de la guerra, solo y, exclusivamente, porque nunca se supo.
-¿Qué me dice usted? Parece hasta imposible.
Pues le puedo asegurar, con toda certeza, que así es.
El Día 14 de Abril, del año 1931, España entera, era una fiesta, y más concretamente, Madrid respiraba alegría; pero a los pocos días, ya no podía respirar, exclusivamente por el humo que producían, al estar quemándose, casi todas sus iglesias.
Y aquellas mismas figuras, que le habían dado todo su respaldo a la República, con la misma buena voluntad le decían:
¡Así no, así no! ¡No es esto, no es esto!
El 18 de Julio, de 1936, Antonio estaba en Madrid, sin embrago, resulta que Manuel, había ido a visitar a unas parientes de su mujer, y se encontraba en Burgos.
Pura y simple circunstancialidad geográfica.
Como tantas otras miles y miles, que se produjeron en aquellas fechas.
Una persona que ha estudiado, y sabe prácticamente todo sobre estos asuntos, es el Profesor de Literatura de la Universidad de Sevilla: Enrique Baltanás. Un verdadero erudito, poeta, estudioso, autor de varios libros, y hasta dos de ellos, precisamente, sobre la familia Machado.
En verdad todos, o al menos muchos, de los conceptos que yo vierto aquí, son producto de la lectura de sus declaraciones, entrevistas y artículos suyos que he leído en Internet.
Ciertamente, a los dos hermanos les tocó vivir una época, en la que lo importante era sobrevivir y, de hecho, los dos lo intentaron.
-Pues naturalmente, hicieron bien.
Se trata por tanto, ahora, conocer, el cómo, nos he querido presentar siempre, a los dos hermanos enfrentados, y no es cosa, más que de la detestable política, pero naturalmente falso, como todo lo es en ella.
Sus vidas, también como ellos, no solo distintas, casi diametrales.
-Y, ¿cómo las describiría usted?
Antonio, más introvertido, pausado, tímido, hasta es posible que más triste, incluso afligido.
Manuel, más jubiloso, festivo y también más alegre.
Pero sin duda, mucho mejor que yo, y con adjetivos más certeros y afortunados, voy a dejar que lo haga, otro eminente escritor, ensayista, traductor y crítico literario.
Se trata de Don Rafael Cansinos Assens, que así mismo, era un gran lingüista y profundo estudioso de las biografías de los Machado, al que también conocemos, por ser familia de la muy célebre, en campo tan diferente a este, como era, su familiar Carmen Cansino, o lo que es lo mismo – Rita Hayworth,- que dice:
Antonio: serio, ensimismado, meditabundo, lacónico como un espartano.
Manuel: efusivo, ligero, chispeante, andaluz pizpireto.
Clarísimamente diferentes, casi opuestos, pero bien es cierto, que vivieron, viajaron, escribieron teatro, adaptaron obras clásicas, hicieron tantas cosas juntos y, siempre permanecieron tan unidos; en una palabra, fueron grandes amigos y hasta confidentes de sus secretos personales…
-Oiga, ¿y cómo se ganaban la vida?
Antonio, como Catedrático de francés; ejerciendo primero en Soria, luego en Baeza, después en Segovia y, por último, en Madrid.
Manuel, como Archivero y Bibliotecario, trabajando como Director de la Biblioteca Municipal de Madrid.
¿Había pensado usted, en algún momento, que vivieron de la poesía?
Vamos, hombre, no me sea usted ingenuo…
-¡Claro, claro! ¿Y en lo personal?…
Manuel, él mayor, una juventud de bohemia y una, casi madurez de vida alegre y despreocupada, entre Madrid y Barcelona, con viajes frecuentes por, prácticamente, toda la Europa de la Primera guerra mundial, como corresponsal del periódico “El liberal”, pero eso sí, siempre con su novia en Sevilla, con la que por fin se casa, en 1910; y es ella, Eulalia Cáceres, la que le cambia radicalmente.
El 18 de Julio de 36, el día del Alzamiento de una parte de España contra otra, para unos; o el día del golpe de Estado, por rebelión militar, para otros; y puede que los dos, tengan razón; Manuel, está con su mujer en Burgos; y no se le ocurre más que, la feliz idea, de que, contestando a un periodista, le dice:
¡No!, nada, esto no es más que una militarada, que durará pocos días…
Y por supuesto, ni que comentarlo: lo metieron en la cárcel.
Posteriormente, y una vez liberado, hizo, lo que muy bien describió, él y otros muchos, con bastante sensatez: sobrevivir.
Pero esto no quita el que haya sido considerado, naturalmente por los políticos, como un “fascista”.
Que, desde luego, es una palabra que evidentemente, da mucho juego…
Durante la guerra civil, es nombrado Académico de la Lengua, y lee su discurso de ingreso, en el Palacio de San Telmo, de San Sebastián.
Terminada la guerra civil, vuelve a su puesto en la Biblioteca Municipal y va a vivir, desde entonces, en Madrid hasta su fallecimiento, en el año 1947, escribiendo poesía, casi toda ella, de carácter religioso.
Por aquellos años, le es ofrecido un puesto de censor, que ejerce durante un tiempo y, al que renuncia con una frase, que desde mi punto de vista define su talante:
< Me voy, porque no estoy de acuerdo con el criterio de los demás censores: a ellos les asustan los besos y a mí, lo que me asustan son los tiros >
La última etapa de su vida, transcurre como un modelo de religiosidad, como consecuencia de la influencia que ejerce sobre él su esposa, hasta el punto, que refiere, por escrito, a su amigo Pedro de la Mora: < a ella debo la salvación de mi vida y, cuando muera, le deberé la de mi alma >.
Muy influenciado por el horror que significó la explosión de la primera bomba atómica en Hiroshima, hace múltiples alegatos en contra de la guerra.
Y llega con ellos, hasta escribir precisamente en ABC, en el año 1946 un artículo, que llevaba por título: < El quinto, no matar > que es una clara, enérgica y valiente crítica al franquismo, con motivo del fusilamiento de Cristino García Grande, Manuel Castro Rodríguez y, otros ocho activistas del Partido Comunista, que habían sido fusilados en febrero de aquel año, y es posible, que su publicación fuera autorizada, solo en función de su avanzada edad, y de los servicios prestados anteriormente al Régimen.
Termina su existencia, cristianamente, el 19 de Enero, de 1947, recibiendo los sacramentos, y está enterrado en el cementerio de la Almudena, tras un funeral, que presidieron Ibáñez Martín y Pemán.
Tiempo después, revelaría Eulalia, su viuda, que: < ha muerto dándome las gracias y rezando el rosario.
-¿Y el otro hermano?, Antonio
Antonio no tiene esos altibajos en su vida. Pero, en general, es más apesadumbrada.
Se caso con una mujer muy joven, Leonor Izquierdo, ella con apenas 15 años recién cumplidos, él con 34, en Julio de 1909; era el amor de su vida. Pero aquel implacable asesino de la tuberculosis, se la quitó muy pronto.
Cierto, que ya la ciudad de Soria había influenciado su carácter, podríamos decir, que Soria, lo castellanizó.
Había escrito su primera obra < Soledades > y es, en su estancia en la ciudad castellana, cuando escribe otra de sus grandes obras < Campos de Castilla >
Marca, sin ninguna duda, el triunfo de los que piensan que su poesía es el éxito de lo sencillo y popular.
Antonio hace, en verdad, con su poesía, sublime lo sencillo, y espléndido, lo simplemente natural.
Después ya, en el otoño de su vida, se volvió a enamorar de una tal Guiomar, ¿qué a quién correspondía ese nombre? Pues, parece ser, que a una señora de la aristocracia madrileña, llamada Pilar Valderrama, casada y con tres hijos.
Se le concedió también, ser Académico de la Lengua, pero no llegó a tomar posesión, de su correspondiente sillón en ella.
Sin cumplir los sesenta y cinco años, y con una salud muy quebrantada; a causa, por un lado, del efecto de una arteriosclerosis avanzada y, por otro, de lo que conocemos ahora como más importante: el efecto devastador del hábito tabáquico que le acompaño durante toda su vida, y que hoy, conocemos a ciencia cierta, como el auténtico causante de la tan conocida EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica) de la que ahora conocemos, su gran morbilidad y mortalidad, llevan a Antonio a un prematuro final.
Hubo, efectivamente, de abandonar España, por las razones antes aludidas, no sin antes, pasar un auténtico calvario en su huida. Valencia primero, Barcelona después, hasta llegar a la ciudad francesa de Colliure, donde dejó de existir el 22 de febrero de 1939.
El médico francés, Doctor Cazabén, que le atiende, ya en sus últimos días de vida, sabemos que, posiblemente, le prescribiera las medicinas de que se disponía en aquel tiempo: balsámicos, y también belladona o algún expectorante; pero lo que conocemos, a ciencia cierta es, que comunicó a los familiares, que el paciente estaba agónico, y que su estado era terminal.
No hay duda, de qué posiblemente, los padecimientos, incomodidades y hasta la tristeza del pesaroso y afligido periplo, aceleraran su fallecimiento, puede ser, pero de eso, a ratificar que la causa de su muerte fuera, la pena, dista bastante de la realidad.
Fueron, no hay duda, dos grandes hombres, y dos excelsos literatos: se puede leer en Internet, una historia que, posiblemente, los define mucho como poetas, pero asimismo, como maravillosos seres humanos:
Se cruza, en cierta ocasión, entre los hermanos, una discusión epistolar, en la que Manuel escribe:
“Tu poesía no tiene edad, la mía sí la tiene”.
Sentencia, contra la que Antonio, contesta en otra carta:
“La poesía nunca tiene edad, cuando es verdadera poesía”.
Sí, desde luego, más conocido fue Antonio que Manuel.
Por supuesto.
Mucho, porque su poesía es, lo que ya hemos dicho; más íntima, profunda, personal, reflexiva y hasta, incluso, más apasionada; también, puesto que se ha hecho de él, un verdadero icono de la política de izquierdas, y antifranquista, que siempre ha superado, en efectividad, de manera amplia a la de las derechas; que convirtió durante muchos años, su sepultura, en una especie de retablo de la laicidad, donde gran cantidad de oportunistas se hacían la foto delante de su tumba, creyendo que con eso tenían un pasaporte seguro a la muerte del dictador, y por último desde luego, así mismo, y muy importante, por el hecho de que Serrat, con sus canciones, lo ha tenido tiempo y tiempo, en la palestra del éxito, al poner música algunos de sus poemas.
-Óigame, y escribieron algo ¿ los dos juntos?
Naturalmente, teatro, bastante y, muy bueno.
Fíjese: títulos tan conocidos como: < Desdichas de la Fortuna o Julianillo Valcárcel > < Juan de Maraña > < La prima Fernanda > < La lola se va a los puertos > < La Duquesa de Benamejí >
Prácticamente todas estrenadas en Madrid y llevada por las mejores compañías teatrales del momento, y con gran éxito, por gran parte de las capitales de España.
-¿Alguna en particular considera usted mejor que las demás?
Posiblemente la Duquesa de Benamejí, sea, aparte de la que más éxito ha tenido, es la mejor estructurada, y la de mayor calado poético y argumental.
-Bueno, pues muy bien, y ya que no quiere usted ponderar a uno sobre otro, al menos, dígame ¿cual es más de su gusto?
Pues, si he de contestarle sinceramente, me gustan los dos, tanto uno como otro, y lo que hago es, que dependiendo de mi momento psicológico, leo a uno, o a otro.
-Bien, vale, pues entonces, al menos, deme usted una pista; ¿de entre ambos cuáles serían, según su gusto, los poemas más característicos, o incluso, las estrofas de ellos que más le impresionan?
Sí, en eso, creo que puedo satisfacerle, verá:
Con seguridad, mis gustos estéticos, siguiendo los cuales voy a priorizar mis preferencias, no serán los verdaderamente acertados, precisos ni correctos, ya lo sé; ni tampoco los que se adaptan a la ortodoxia poética, clarísimamente; pero atendiendo a lo que usted me ha pedido, simplemente, son los que más me gustan:
De Manuel, mi preferido es:
CASTILLA
El ciego sol se estrella
en las duras aristas de las armas
Llaga de luz los petos y espaldares
y flamea en las puntas de las armas.
Cerrado está el mesón a piedra y lodo.
Nadie responde… Al pomo de la espada.
Y al cuento de las picas el postigo va a ceder
¡Quema el sol, el aire abrasa!
A los terribles golpes
de eco ronco, una voz pura, de plata
y de cristal responde… Hay una niña
muy débil y muy blanca
en el umbral. Es toda
Ojos azules, y en los ojos lágrimas.
Oro pálido nimba
su carita curiosa y asustada.
«Buen Cid, pasad. El rey nos dará muerte,
arruinará la casa
y sembrará de sal el pobre campo
que mi padre trabaja
Idos. El cielo os colme de venturas…
¡En nuestro mal, “oh Cid, no ganáis nada!»
Calla la niña y llora sin gemido
Un sollozo infantil cruza la escuadra
de feroces guerreros.
Y una voz inflexible grita “!En marcha!”
El ciego sol, la sed y la fatiga…
Por la terrible estepa castellana,
al destierro, con doce de los suyos
-polvo, sudor y hierro- el Cid cabalga.
A poco que se conozca el tema, sabemos como el Cid, ha dañado, justamente, el honor del Rey, y este lo destierra, saliendo con algunos de los suyos al camino, en el caluroso verano castellano; y percibimos, que con seguridad, el Rey, tomará venganza, de todo aquel que le ofrezca posada o incluso cualquier atención; y cómo, los fornidos y valientes luchadores que lo acompañan, que están sufriendo los rigores del implacable sol de Castilla, intentan parar en un mesón a descansar, pero, es el propio Mío Cid el que, al escuchar el lamento de una niña, que se lo recuerda, diciendo a los suyos:
¡En marcha!…
Si alguien no siente, cierto escalofrío a su lectura, ante la expresividad de cómo lo describe, la sensibilidad que recrea, la belleza con que lo hace y, la emotividad que le da, es mejor que no siga; puede decir, sin temor a equivocarse: no me gusta la poesía.
-Y de Antonio ¿qué es lo que más le gusta a usted?
Pues mucho también, naturalmente.
Pero como he de optar sabiendo con seguridad que posiblemente habrá voces mucho más autorizadas que la mía, que disentirán, pero…
Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla
y un huerto claro donde madura el limonero
mi juventud, veinte años en tierra de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
Es posiblemente, demasiado conocido, pero a mí me gusta mucho.
Ahora, esta, es grandiosa, a la muerte de su esposa:
Señor, ya me arrancaste lo que yo más quería.
Oye, otra vez, Dios mío, mi corazón clamar
Tu voluntad se hizo Señor contra la mía
Señor, ya estamos solos mi corazón y el mar.
Pero sin duda esta, aunque por lo muy repetida, parece ya más superficial y hasta frívola, es posiblemente, la de mayor calado y talento poético:
Caminante, son tus huellas
El camino y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino,
y al volver la vista atrás
se ve en la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en el mar.
-Le aseguro, que estoy deslumbrado, de verdad. Me ha gustado mucho. Gracias.
Pues no sabe usted, lo que me alegro de que le gusten estas piezas poéticas y, si de ello se deriva el que, al interesarle, quiera conocerlas mejor, sería para mí una auténtica satisfacción, y hasta casi un orgullo, ya que haría realidad, mi afirmación de que simplemente, al recordarlos, les proporcionamos, un poco más de vida a nuestros personajes.
A ellos, a los que fueron.
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