Dos talentos pletóricos, uno de valor y otro de entendimiento
Historia de dos diametrales figuras, un torero y un poeta. Los dos han trascendido a su tiempo por méritos propios. Coraje y atrevimiento en uno, ingenio y razón en el otro.
Pues mira por donde, hoy, ni reyes ni políticos, ni científicos ni nada, hoy voy a hablaros de Marcial, así a secas…
Sí señor, y ole, y ole,…. ya era hora de que dedicara usted un puñetero numerito de estos, a un tío de verdad…
Bueno, espere un momento, es que…
Nada, nada, no se disculpe, que está muy bien, ni políticos, ni gente de esa… sí señor,… a un hombre con dos narices para ponerse delante de un toro…
Verá, verá, es que mi intención no era hablar de Marcial Lalanda, que es lo que parece que piensa usted, sino de Marco Valerio Marcial.
¡Coño! Y ese ¿quién es?…
Pues, un poeta romano
¡Uy, que leche… ¿ pero cómo ?…ni torero ni nada, y además del extranjero… ¡pero donde vamos a parar!
Bueno, no lo tome usted así, voy a explicarle…
Nada, nada no me explique usted nada, una tomadura de pelo, así como suena…
Pero mire, escúcheme, este hombre del que le hablo, Marco Valerio Marcial, es una gran personalidad en el mundo de las letras, aunque poco conocida y precisamente, lo que yo quiero es que con este “pespunte” se le conozca más, puesto que como le digo, es un grandísimo poeta de la antigüedad.
Pues mire, ¿sabe lo que le digo?, que no puede ser. Porque el más grande, y lo dice muy clarito la canción, era marcial, el torero.
O es que no se sabe usted aquello de – marcial tu eres el más grande…-
Pues naturalmente, cómo no voy a conocer la letra del pasodoble dedicado a Marcial, precisamente uno de los mejores toreros de todos los tiempos…
Pues claro, y va usted, ahora, como siempre, porque parece que está de moda, y me sale usted con una mariconada de estas…
No hombre, no, entienda que tampoco es para tomárselo así…
¿Como que no? Usted me dirá…
Déjeme explicarle, verá… En primer lugar efectivamente, no, desde luego no era torero, pero vea usted que extranjero tampoco, ya que nació en la Tarraconense.
Y eso, ¿qué carajos es…?
Pues una provincia romana, que junto con la Bética y la Lusitania, componían en aquellos momentos, prácticamente todo el territorio de Hispania, es decir de lo que ahora llamamos España.
Anda…mira…
Es que los romanos habían conquistado todo nuestro territorio, y los nacidos aquí, pues ya se consideraban romanos.
Qué listos,… los jodíos romanos.
Así, así fue, éramos en aquel momento una provincia más de las muchas que componían el Imperio…
¿Ha visto usted películas de romanos?
Sí señor, bastantes, que en la –tele- durante la semana santa, las dan todas… y, además en una excursión que organizaron en el hogar del pensionista, donde yo voy, nos llevaron a un pueblo que no me acuerdo como se llama, por Palencia, me parece que era… que tiene una iglesia muy bonita y era de romanos, y había un canal…
Vamos a ver, por lo que dice, me parece que donde fueron de excursión sería a Frómista, en la provincia de Palencia. Y sin duda para contemplar la magnifica Iglesia de San Martín, que efectivamente, es una verdadera joya del románico.
Pero, mire usted que tiene poco que ver el estilo románico, con los romanos…
Lo ve usted, ya estamos…como siempre, son ganas de jorobar, confundiendo al personal…La verdad es que la excursión era un coñazo, menos mal que después de comer nos dieron baile, y claro ya… abrazando a alguna, que no es la propia….algo se arregló el día.
Pues mire usted, qué bien…
Porque, la verdad, eso de los chicos jóvenes que ni las abrazan ni nada… a mí se me asemeja que son tontos del culo…
Pues no lo crea usted, que no son tan tontos, no, lo que se dice abrazarlas, las abrazan, y posiblemente más que los de su edad, pero en otros sitios más discretos y en distintas ocasiones.
Bueno, pues, a lo nuestro, O sea, que ¿de Marcial, nada, verdad? lo que ocurre es que usted, por narices, nos quiere hablar del tío ese romano, ese…que aunque diga, lo que diga, era casi extranjero, vamos…
Qué no hombre, que no… que nació en Calatayud, que entonces se llamaba Bílbilis.
¡ Anda! era maño…
Pues sí, no sé si entonces, eso de maño existiría, me parece que no. Pero desde luego de lo que sí podemos estar seguros es que, siendo romano, era tan español como usted y como yo.
Pero, vamos a ver, ¿estos romanos no son los granujas esos, que mataron a Jesucristo, por ser judío,? ¿no?… y digo yo, que nosotros, en eso no entramos… ¿verdad ?.
No efectivamente, no entramos, pero veo que esto se está liando un poco y estoy pensando que, para no tener que entrar, en más profundidades, casi va a ser mejor que demos un vistazo, aunque sea rápido, al personaje que le interesa tanto a usted y, luego ya… pues sigo yo solo…
¡Qué bien… vamos, vamos, no sabe usted lo que se lo agradezco…
Efectivamente, Marcial Lalanda del Pino fue un magnífico torero madrileño que brilló con luz propia, en prácticamente todos los ruedos de España y muchos de los de América.
Nació, puede decirse, en el mundo del toro. Su abuelo y su padre eran mayorales de reses bravas que se criaban en una finca que se llamaba – El Porcal -, en el término municipal de Rivas del Jarama, que hoy conocemos como Rivas Vaciamadrid. La finca está cercana a la carretera de Chinchón y hoy día es propiedad de Cementos Portland Valderribas de la que se siguen actualmente extrayendo áridos para fabricación de cemento.
Y allí, en aquel ambiente ganadero y taurino, pasó su niñez y primera juventud, junto a los toros. Posiblemente, este profundo conocimiento de las reses bravas fuera lo que propició la característica por la que más destacó en su carrera, ya que lo llevó a ser, a juicio de los entendidos, un verdadero maestro en la lidia.
Tomó la alternativa de matador de toros en la Real Maestranza de Sevilla, en Septiembre de 1921, y lo apadrinó en ella Juan Belmonte. Y fueron sus mejores años, en los que permaneció como número uno en el escalafón taurino, 1927, el 28, aunque también fueron triunfales el 31 y el 32. Y ya menos, hasta el estallido de la guerra civil, en el 36.
En sus veintisiete años como matador, Marcial Lalanda actuó en mil setenta corridas y dio muerte a dos mil doscientas setenta y una reses, según leo en la biografía que hace de él, Andrés Amorós.
En el año 1932, en plenitud de su carrera triunfal, el Maestro compositor José María Martin Domingo, escribió para él el pasodoble al que se refería usted antes – Marcial tu eres el más grande -, pero hay una curiosidad que posiblemente usted no conozca.
Pues, hombre…cuéntemela usted…
Verá, la versión que yo he leído, es que la esposa del compositor, llamada Josefina, era muy Lalandista, sin embargo él era Belmontista, y en aquel entonces, estas cosas de los toros se llevaban muy a los límites. Parece ser que, en cierta ocasión, Josefina recriminaba a su marido, el compositor, que ya había estrenado algunos pasodobles dedicados a otros toreros, que no hiciera uno para su torero preferido: Marcial Lalanda.
El compositor, posiblemente un poco en broma, le dijo:
Yo no escribo la letra, de ninguna música mía, dedicada a un torero que no me gusta…
A lo cual su mujer, Josefina, contestó:
Pues si escribes la música, yo me ocupo de la letra, que es muy sencilla…
¡Marcial tú eres el más grande…!
Y que luego, ella misma continuó ingeniándose la estrofa entera, que ha estado en boca y en el ánimo de tantos miles y miles de españoles desde entonces:
Marcial tú eres el más grande
Se ve que eres madrileño
Rival de Belmonte, José
Machaquito, Pastor y el Algabeño.
Desde luego, si exitosa era la trayectoria del torero, no lo fue menos la del pasodoble.
Impresionante el éxito que alcanzó en su momento, y así mismo asombroso, que casi cien años después, si alguien, incluso ahora pronuncia en alto la palabra Marcial, casi seguro que alguna persona cercana, dirá: Tu eres el más grande. Casi seguro.
Pues sí señor, está usted en lo cierto. ¿ Y eso es todo,? ¿nada más ?.
Pues no lo sé… es que podríamos estar hablando de este hombre de éxito y de su carrera, horas enteras, pero creo que baste decir que se retiró de los ruedos, en Las Ventas, de Madrid, el 18 de Octubre de 1942, y después de ello, vivió una vida tranquila hasta su muerte, el 25 de Octubre de 1990.
Desde luego, es bastante poco, seguro estoy, que del romano poeta ese, contará usted mucho más… es que de verdad, son ustedes todos iguales…
No se ponga así hombre, para complacerle voy a tratar de darle algunos detalles más de su vida, que me parecen interesantes…
Ande , ande, Pues claro que merece la pena… aunque se salga de esta moda que impera ahora…de no hablar de machos, de toros, ni de gente de derechas, y este, me parece que sí lo era… ¿verdad?
Sí señor, y mucho, era no solo de derechas sino además falangista.
Y tanto es así, que cuando se declaró la guerra en el 36, se iniciaron ciertas persecuciones que lo llevaron a la cárcel, junto con otros toreros, al negarse a torear en la Feria de San Isidro, por desavenencias con el Gobierno republicano que había inhabilitado a los toreros mejicanos. Pero, con motivo de la petición de permiso para torear en Francia, fue excarcelado y pasó al País vecino, y aunque algunas biografías de él, no lo cuentan, hoy sabemos que se alistó como voluntario en el bando franquista y participó activamente en la contienda en varios frentes, conociéndose con seguridad su intervención en la toma de Toledo y después, en la de Madrid.
¡ Claro, eso es lo que no quería usted contar, como todos… es lo que digo… que no está de moda…
Que no hombre, que no, no lo tome usted por ahí…
¿ Que no ?, si sabré yo, por dónde van los tiros…
Bien es verdad, que durante la contienda civil, la más terrible de las desgracias que le pueden ocurrir a un País, en la cual, a cualquier hombre se le manifiestan sus más perversos sentimientos, con absoluta falta de autocrítica en sus acciones, ocurrieron sucesos que ahora afrentan, avergüenzan y hasta abochornan.. Pero que, curiosamente y aunque pueda parecer mentira, todavía con los años que han pasado, algunos descerebrados siguen pretendiendo que no se olviden.
Pues bien, este hombre vio, a su vuelta del frente, cómo doce miembros de su familia habían sido fusilados.
Pero le contaré a usted un acontecimiento más de su vida.
Y este posiblemente le gustará, ya que nos demuestra su altura moral y personal.
En 1978, ya casi cuarenta años después de terminada la guerra, no se sabe si por ignorancia o mala fe, un periodista filtró el comentario en un artículo de su periódico, sobre la participación del torero en la acusación ante un tribunal y posterior encarcelamiento de otro torero, que había participado en la guerra en el bando republicano.
Pero he aquí que se demostró, no solamente que no era así, si no, que el propio acusado puso de manifiesto documentalmente que había sido exonerado de los cargos de los que se le acusaba por el Tribunal que lo juzgaba, gracias a la intercesión de Marcial Lalanda., Era nada menos que Litri II, que había participado, durante la contienda como comandante de la llamada Brigada de los Toreros. El mismo acreditó personalmente y con documentos que lo atestiguaban, como Marcial, había realizado un alegato ante el Tribunal que lo juzgaba, diciendo: que a un hombre de guerra, no se le puede considerar nunca un criminal. Siendo por el dicho informe por lo que fue exonerado de toda culpa y puesto en libertad
Sí, señor, con dos co…. co… Cosas más que nos cuente más de él, ya está bien.
Hombre de Dios, serénese, por favor…
Bueno, pues vale, le tomo la palabra. Dos cosas más y terminamos, que no me va a quedar sitio para Marco Valerio.
Vamos a ver, ¿usted sabe a qué se debe el hecho de que en la Plaza de Toros de Las Ventas, en Madrid, nunca y bajo ningún concepto se pueda escuchar música durante cualquier faena…?
Pues no señor, el caso es que lo conozco, pero no entiendo porque, puesto que en cualquier plaza de España, cuando el torero comienza a lucirse lo más mínimo, la gente chilla enseguida…! Música ¡ ¡ música! Y los músicos amenizan la lidia…
Pues en Madrid no, está prohibido… y ¿sabe usted cual es la razón?
No.
Se trata de que como le decía antes, a estas cosas del toro en España, como a muchas otras, no sé si decir a demasiadas, se les ha puesto, siempre mucho corazón, incluso hasta podríamos pensar, que exageradamente, ya que eran entonces, estas cosas del toro, pero que muy serias.
Bien, resulta que una tarde, recién terminada la guerra civil, se celebró la llamada “Corrida de la victoria”, exactamente, el 24 de mayo de 1939.
El cartel era antológico, los mejores del momento: el rejoneador Antonio Cañero, y a pie, nada menos que Marcial Lalanda, Vicente Barrera, Pepe Amorós, Domingo Ortega, Pepe Bienvenida y Luis Gómez “El estudiante”.
Comenzó la lidia del primero, y Marcial se lucia con el capote, intentando realizar un quite del toro a los caballos de la forma ideada por él, que se llamaba “quite de la falda” o de la “mariposa”, en el cual llevaba el toro engañadolo con el capote de un lado, a otro del cuerpo. Lo intentó varias veces y no lo pudo hacer… y se escucharos algunos silbidos… y eso fue todo.
Con la muleta realizó una faena muy dominadora, aunque él toro, mansurrón, no daba facilidades para el lucimiento, se pidió, naturalmente música, aunque la faena era un tanto anodina, pero la música sonó, efectivamente, y no podía ser de otra manera, con el pasodoble de Marcial…
Y así quedó la cosa. Con una ovación corta y nada mas…
En el segundo, Domingo Ortega, puso en pié al público con el capote, con quites y adornos, cuando comenzó la faena, con mando y temple, la concurrencia con buena lógica, pidió nuevamente música, puesto que la faena fue hasta su culminación, francamente inconmensurable…
Pero he aquí, que no sabremos nunca, si por error, desconocimiento o despiste, sonaron nuevamente los acordes del pasodoble de Marcial… y ni que decir que los pitos sonaron, y no se sabía, si por la música. El caso es que lo que en principio pudo ser nada más que una bronca circunscrita a algunos grupos, se convirtió en una verdadera batalla campal, en la que hubieron de intervenir las fuerzas del orden y que se prolongó fuera de la plaza hasta anochecido y en la que hubo de lamentar contusionados, heridos y hasta algunos, de cierta consideración.
Lo orden gubernativa fue tajante, nunca más, en la plaza de Madrid, la banda de música interpretará música alguna, durante las faenas.
Qué curioso, oiga usted…
Claro, también hemos de tener en cuenta que los ánimos estaban en esos momentos un tanto alterados políticamente, y Marcial bastante significado… y por eso, pues,…claro…
Esa es una, y la otra y con ella terminamos, es muy aleccionadora en cuanto a la galanura y altruismo de Marcial Lalanda. Me llega por alguien, que tiene toda la garantía de certeza y honestidad, ya que nunca se ha dedicado a la política ni al periodismo, como es, mi amigo Luis Garcerán.
En múltiples ocasiones Marcial había participado en un festival benéfico para ayudar a un asilo de ancianos en Chinchón. En cierta ocasión y antes de comenzar el espectáculo, en conversación con el Alcalde, que era quien gestionaba el festejo y su provecho para el asilo, fue informado de que las recaudaciones no solamente no aumentaban, si no que habían disminuido.
Marcial vestido ya de torero, mandó que se atrasara el comienzo y a un propio, le ordenó ir a por dinero: el traje de luces, no tiene bolsillos, pero la gente tiene que enterarse de esto, dijo. Y mandó pagar las entradas correspondientes, para él, y para su cuadrilla.
El detalle corrió como pólvora, y parece ser que las recaudaciones desde entonces, fueron más espléndidas, en beneficio del asilo.
Es un magnífico detalle, sí señor, ¡qué gran hombre!
Posiblemente, quede poco por decir de este gran torero y mejor persona, excepto que vivió junto a su esposa Emilia y su hijo Josechu hasta los ochenta y siete años, en Madrid, en la calle Martínez Campos, donde murió.
Por cierto, su hijo Josechu con el que vivía, ha sido uno de los mejores dibujantes animalista de todos los tiempos y posiblemente usted mismo lo habrá conocido, ya que en TV, en aquellas series inolvidables de Rodríguez de la Fuente y en multitud de libros y revistas, habrá disfrutado con los dibujos de animales que él realizaba.
¿De acuerdo?
Pues, sí señor, y muchas gracias… y ahora con el romano ese, Hala, Hala…venga…
Pero, si a usted no le importa, me quedo un poco. Más que nada, Para enterarme de cómo va esto del poeta…
Por supuesto que no me importa, quédese cuanto quiera y muchas gracias por animarme
Verá, lo cierto es que me gustaría tratar solamente de dar noticia de este autor antiguo, Marco Valerio Marcial. Considero que es un gran desconocido, en general, y querría, como dicen ahora, – ponerlo en valor – más que nada, puesto que estoy convencido, sobre todo de que sus méritos como pensador, más incluso que como poeta, no están a la altura de las circunstancias.
Pero como todo tiene una razón, pues esto, también la tiene.
Vera usted, yo en el colegio, tenía un profesor de literatura que se llamaba Don Gonzalo, y resulta que era de esas personas que desgraciadamente abundan, de los que si no eras lo que se llama un “creyente”, tirando a fervoroso, te miraba con esa especie de soberbia vaticana, y te abrumaba, haciéndote sentir simplemente una piltrafa.
Pues bien, resulta que cuando estudiábamos estos autores antiguos, nos decía:
A este Marcial, ni nombrarlo: – era un indecente -.
Y así quedó la cosa, pasaron muchos, muchísimos años, hasta que un día hace poco, puse en Internet su nombre, como podéis hacerlo cualquiera de vosotros y he aquí, que apareció, una especie de poema corto que le escribe a otro amigo, o tal vez que se escribe a el mismo, no lo sé. Que dice así:
Las cosas que hacen feliz,/ amigo Marcial, la vida,/ son el caudal heredado,/ no adquirido con fatiga;/ tierra al cultivo no ingrata;/ hogar con lumbre continua,/ ningún pleito, poca corte;/ la mente siempre tranquila;/ sobradas fuerzas, salud;/ prudencia pero sencilla;/ igualdad en los amigos;/ mesa sin arte, exquisita,/ noche libre de tristezas;/ sin exceso en la bebida;/ mujer casta, alegre y sueño;/que acorte la noche fría;/ contentarse con su suerte,/sin aspirar a la dicha;/ finalmente, no temer/ ni anhelar el postrer día.
Me gustó, me gustó tanto, pues me pareció de una gran profundidad intelectual y sobre todo, el producto de la síntesis del pensamiento de un erudito, con respecto a la vida en general.
Y comencé a estudiarlo… más que nada, a saber cosas de él.
Pero, ya habéis visto, como se llamaba Marcial… pues…
–Vamos, que ahora parece que voy yo a tener la culpa de lo poco que sabe usted del poeta este… ¿no?
No, no, de ninguna manera, la verdad es que de las vidas de estos personajes se sabe poco, y lo poco que sabemos lo entendemos mal, ya que se trata de unas sociedades, las de entonces, con unas costumbres que nosotros desconocemos ahora.
Aunque puede ser también, que no hemos de perder de vista otro factor, al tiempo, como agente destructor del mundo en el que vivimos, y tener en cuenta que estamos refiriéndonos a una persona de la cual, y de su muerte, se cumplen ahora, nada menos que, prácticamente dos mil años.
Cuantas ciudades, edificios, culturas y hasta civilizaciones y en general obras humanas, han desaparecido con el paso de tantísimos años. Y sin embargo, parece hasta imposible. De él, se conserva su obra prácticamente completa. Y es gracias a ello, y, a sus características, por lo que podemos conjeturar su vida.
La verdad es que según la biografía que leas, tienes un criterio distinto.
En este momento, curiosamente, no podría asegurar si vivió como un rico, siendo pobre, o al contrario, como un pobre siendo rico.
El caso es que como queda dicho, nació en la antigua Bilbilis romana, hoy Calatayud, una región, entonces habitada por los lusones, antiguo pueblo celtibero importantemente romanizado, en Marzo del año 40 de nuestra era, donde además pasó su infancia.
Algunos biógrafos lo sitúan en la cercana Cesaraugusta (Zaragoza) en su juventud, estudiando Leyes. Lo que puede hacernos pensar que podía pertenecer a una familia con desenvoltura económica suficiente, ya que desde luego por aquel entonces no existían las “becas” aunque sí, los mecenazgos.
Caesaraugusta, era la capital de una de las siete demarcaciones en que se dividía la provincia Tarraconensis.
Y allí, en lo que podríamos llamar una importante urbe del Imperio Romano, pero al fin y al cabo, solamente una provincia, realizó sus primeros estudios. Naturalmente con la vista puesta en la metrópoli, en la urbe máxima, en el esplendor de la “metrópolis”, es decir – Roma -.
La aspiración máxima de entonces, era llegar a vivir en la capital, y por lógica un artista como él, con más motivo.
Es difícil entender ahora, el efecto de la romanización de nuestro territorio, son cinco siglos, desde el año 200 antes de Cristo, en el que se produce por primera vez un desembarco romano en nuestras costas, hasta bien entrado el siglo V, con la aparición de los visigodos. En este tiempo se va a producir un importante fenómeno social, económico, político y, en definitiva humano, que es la romanización de nuestro territorio.
Y porque digo, ¿difícil de entender?
Bueno, lo digo ya que hemos de pensar que después de cualquier invasión de un territorio por la fuerza, en general, el invadido no se siente conforme, ni halagado ni admite al menos a corto plazo, la superioridad del agresor.
Vamos a ver, imaginad a un francés del año 1940, aceptando la superioridad alemana y considerando a Francia como una provincia más de Alemania, y sintiéndose él mismo, como un alemán más. Pues no digo que no hubiera alguno, pero serían muy, pero que muy pocos.
Sin embargo en el caso de Roma con sus territorios conquistados, no. Siendo como eran, inmensos, prácticamente todo los países mediterráneos incluso más.
Habremos de admitir que esta romanización de los territorios se produjo por varias causas, algunas de ellas puramente estructurales: construcción de calzadas, creación de nuevas ciudades, implantación de costumbres, de cultura, derecho, y otras muchas, pero, sobre todo dos: una, la lengua, que consistió en la – latinización- y otra también importante, la religión, la -cristianización- . Las dos fueron lo que de manera primordial indujeron a la asimilación completa.
Y con ello Hispania, hasta llegó a contribuir a Roma, ofreciéndole tres emperadores: Teodosio, Trajano y Adriano y también autores célebres como Quintiliano, Lucano, Séneca y este: Marcial, que ahora nos ocupa.
Sabemos que, con aproximadamente veinte años llega a Roma, era el año 64, precisamente en tiempos de Nerón, pero sabemos poco de su vida y obra durante los tiempos de este emperador y de sus sucesores: Galba, Otón y Vitelio, según nos dice uno de sus mejores biógrafos: Don José Guillen, en su libro, de la Institución Fernando el Católico, de Zaragoza.
Hemos de pensar, que en sus comienzos acudiría en el desamparo natural del recién llegado a una gran ciudad, por lógica, a los más cercanos, es decir, a sus compatriotas. Pero he aquí, que Séneca había caído en desgracia, y poco podría ayudarle. Deciano, un abogado y filósofo estoico, como Séneca, que procedía de Emérita-Augusta (Mérida), tal vez le ayudara. Posiblemente, también otro compatriota, el retórico Fabio Quintiliano, que procedía de Calagurris, la actual Calahorra, en La Rioja, y también, hasta cabe pensar que otro, Marco Anneo Lucano, importante poeta este, nieto de Séneca, y célebre por ser autor de la Farsalia, pero poco pudo ayudarle dada su temprana muerte, ya que al enemistarse con Nerón, le había mandado suicidarse.
Sabemos que su vida en Roma fue la búsqueda de algún mecenas y que vivió, desde luego no desahogadamente, pero con dignidad gracias a la protección que le dispensaron emperadores como Tito y Domiciano. Hasta que con la llegada de Trajano, que aún siendo compatriota, no era hombre, parece ser, al que gustaran los grandes elogios, volvió después de casi 40 años a su patria chica.
Pero, lo importante viene ahora, y es su obra.
Aunque ya existía este tipo de poema corto, era muy desconocido y precisamente es él, su primer y principal autor, valedor y ejecutor.
Se trata de los – epigramas -.
Una verdadera y genial forma de expresión poética, que tiene dos características, a cual más admirables: la brevedad y el ingenio.
Se podría decir que es una auténtica delicia literaria, y los hay de todo tipo, desde los que efectivamente, llevan miel de alabanza, aprobación y hasta aplauso, y los que llevan hiel, con crítica, rechazo e incluso condena. También los picantes, picarescos y hasta obscenos, pero todos, y Marcial se vanagloria de ello sin insulto, agravio, ni injuria.
Ya en sus tiempos, se hacían descripciones relativas a los epigramas semejándolos a las abejas, que son pequeñas, fugaces y, sin embargo, producen dulzura con su miel, e irritación con su aguijón. Aunque la mejor descripción la tenemos ya en el siglo XVII, con Iriarte que dice:
A la abeja semejante/ para que cause placer / el epigrama ha de ser / pequeño dulce y punzante.
Y de estas pequeñas y diríamos humildes piezas poéticas se compone toda la obra literaria de Marcial, muy extensa, eso sí. Nada menos que quince libros.
Oiga, pues sabe usted que era trabajador, además de ingenioso, el bueno este del Marcial…Me está empezando a caer bien…
Claro, pero sabe usted lo que pasa, pues que él, describe en sus epigramas la realidad de Roma, con las imperfecciones de aquella sociedad, en su momento, y pasan por su pluma todas las obscenidades, indecencias, corrupciones y canalladas por las que luego se produciría su declive y hasta casi su desaparición.
Y es natural, él era solo un testigo, pero eso sí, inteligente y mordaz, y de ahí su mala prensa, pero no nos engañemos exclusivamente un observador: solo eso.
Se daba cuenta, como posiblemente ocurra en la actualidad con algún periodista que observe y comente de manera ingeniosa la peripecia desmedida y hedonista del “orgullo gay”, posiblemente dentro de muchos siglos, será a él solamente al que denominarán indecente.
Las sociedades de los vertebrados superiores, todas, desde el Australopopiteco, cuando envejecen con importantes logros de prosperidad: se pudren.
La verdad es que no sé si atreverme a concretar, que posiblemente sea un mal remedo de lo que le ocurre a cada uno de los individuos que las componen, en los que comienza su descomposición cuanto más avanza la edad, y su muerte física no es más que el preciso momento determinante de la transformación final.
Pero, realmente la culpa no es propiamente suya, él es, simplemente su narrador. Aunque resulta lógico que muchos de sus epigramas resulten, y se entiende, poco adecuados, como decía mi profesor, Don Gonzalo, y así mismo, anteriormente, lo había hecho, hasta el propio Menéndez Pelayo.
Simplemente, consistía en que con su ingenio mordaz e inteligente, era capaz de sacar a la luz, la parte más despreciable que llevan asociadas todas las grandezas humanas.
Voy a transcribiros, algunos, no muchos, de sus epigramas:
Efectivamente, he tenido que buscar bastante, para encontrar los que realmente fueran de alguna manera, “apropiados” y no ofendieran a ningún oído puritano actual, por otra parte, hay que tener en cuenta que al estar escritos en latín, las asonancias de la versificación se pierden de manera muy importante.
Este, tiene gracia y hasta puede considerarse actual:
Uno de sus amigos, Cándido, hace, aunque parezca mentira, profesión de comunista, ya en aquellos años, diciendo que todo es común entre los amigos. Y Marcial le contesta:
«Pero tu vives con la toga preciosa de la flor del estambre y la mía no vale ni para vestir un monigote que un toro furo corneara en el anfiteatro, tus mesas son de cedro de Libia y la mía, de chopo de cualquier ribera, riquísimos pescados llenan tus fuentes de oro macizo, y ni los cangrejos llegan a la escudilla de tu amigo, y dices, a boca llena, que “todo es común entre los amigos”.
En opinión de algunos críticos modernos, uno de los escritores más sencillos y naturales de la literatura latina.
A veces, le echan en cara que sus epigramas eran demasiado largos, siendo así que el epigrama no puede pasar de un dístico.
Y le contesta Marcial:
“Te quejas de que escribo epigramas largos. Tú no escribes nada. Los haces más cortos.”
O aquel otro, en el que dice a un lector de su libro:
“El libro que recitas, Fiorentino, es mío, pero cuando lo recitas mal, empieza a ser tuyo”.
Uno, en que le dice a una dama:
“Eres hermosa, lo sabemos. Y joven, es verdad, y rica, pues ¿Quién es capaz de negarlo? Pero, cuando te alabas, Fábula, demasiado, ni rica ni hermosa ni joven eres”.
En este, le recrimina a otra dama:
“Tu perrito, Maneya, te lame la cara y los labios; no me sorprende que a un perro le guste comer mierda”.
Y en este, es todavía más lacerante:
“Para no oler demasiado, Fescenia, cargada del vino de ayer, devoras con avaricia caramelos. Estos desayunos limpian tus dientes, pero no son obstáculo cuando brota un eructo desde las profundidades abisales. ¿Y qué me dices sobre que, huele peor el veneno mezclado con los perfumes, y sobre que el doble olor del aliento llega más lejos? Así pues, deja ya esos engaños demasiado conocidos y esos subterfugios descubiertos y preséntate borracha, simplemente”.
A esta, que critica su obra, le dice:
“Admiras Vaerra, solamente a los antiguos y no alabas más que a los escritores muertos. Perdona, te lo ruego, no vale la pena morir para gustarte”.
Y uno finalmente bastante satírico:
“Quieres casarte con Prisco. No me sorprende, Paula, eres lista. Prisco no quiere casarse contigo: también es listo”.
¿Qué, amigo, que le parece el personaje?
Pues muy bien, de verdad, me gusta mucho.
Entonces no me resta, más que, recordando mi colegio, escribirle a mi profesor de literatura un ripio, que no llega ni a epigrama:
Si nos ponemos en exigente
Podemos llamarle indecente
Escribía
Lo que Veía
Pero queda muy claro, por Dios, que no era malo
Don Gonzalo.
Deja una respuesta